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Publicado por
ANTONIO CASADO
León

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El Consejo de Ministros de este viernes dará los últimos toques al anunciado borrador de reforma laboral. Ocurre cuando ya el Gobierno y el PP dicen con la boca pequeña —más pequeña que en campaña electoral, por supuesto— que dicha reforma servirá, entre otras cosas, para crear puestos de trabajo. La propia ministra del ramo, Fátima Báñez, acaba de decir que en el 2012 va a ser imposible crear empleo. Una prueba más de que Rajoy y sus ministros han debido descubrir que no es políticamente correcto crear expectativas falsas. Suelen volverse contra quienes las airean y además generan frustraciones entre los sufridores del drama del paro.

Después de haber mareado tanto la perdiz sobre el proyecto, del que apenas conocemos algunas generalidades enunciadas el martes pasado por la ministra de Empleo, Fátima Báñez, en la comisión parlamentaria correspondiente, nos queda claro que se reforzará el papel del empresario en la negociación colectiva, que no habrá contrato único y que se van a flexibilizar aún más los contratos a tiempo parcial (llegan los «mini-jobs»).

Lo demás, insisto, son generalidades pendientes de una mayor concreción. A saber: mejora de políticas activas, eliminación de rigideces en las normativas que afectan al mercado del trabajo, regulación especial para los trabajadores autónomos, lucha contra el fraude en las prestaciones por desempleo, etc.

Desde el punto de vista político, el Gobierno se siente entre la espada de una huelga general (Montoro y Báñez tratan de evitar la enemiga de UGT y CC.OO.) y la pared de una Unión Europea que quiere tener la fiesta en paz con los mercados (Guindos y Soria serían los mensajeros de este segundo afán). Estos estarían por una reforma más dura y aquéllos apostarían por una reforma relativamente aceptable por los sindicatos.

¿Y la patronal? La Ceoe, bien, gracias, encantada de que las dos entregas de la reforma laboral del Gobierno Zapatero (junio del 2010 y junio del 2011) dejen paso a las propuestas contenidas en las enmiendas presentadas en su día por el PP desde la oposición. Siempre estarán más próximas a la concepción empresarial del mercado de trabajo. Sin embargo ahora sabemos que lo prioritario para los empresarios no es una nueva reforma laboral sino la reactivación del crédito.

A la vista de los antecedentes, no es extraño que relativicen la importancia del enésimo retoque de la normativa sobre el funcionamiento del mercado del trabajo. ¿Sabían ustedes que esa normativa, a partir del Estatuto de los Trabajadores de 1980, ya ha sufrido más de cincuenta reformas? Como lo oyen.