CON VIENTOFRESCO
Izquierda vieja
Sólo hay una España aunque con muchas voces y sensibilidades. Ni siquiera nos ponemos de acuerdo cuando Canal Plus Francia se ríe de los deportistas españoles, a los que difama e insulta sin mucha gracia. Es lógico, no todos nos sentimos igualmente agraviados, y hasta algunos pensamos que sólo es cochina envidia. Sin embargo otros, erre que erre, vuelven una y otra vez al falso tópico machadiano de las dos Españas. En el fondo, pérdida su confianza en lo de la lucha de clases —por lo de las clases no por lo de la lucha—, buscan enfrentar —aquí la lucha— a los españoles con su visión maniquea de buenos y malos, de socialistas progres y fachas. Como no saben realmente el origen y significado de este término, lo han convertido en un insulto para aquellos, muchos y de muy diferentes colores, que no piensan como ellos. Fachas son ahora los herejes frente a la ortodoxia que la izquierda representa.
El problema es que esa izquierda, la socialista, sólo representa no es, pues carece de ideas y programas. Toda su obsesión es el poder como forma de ganarse la vida, vivir al calor de los cargos públicos. Lo vimos hace unos días en el 38 congreso del PSOE celebrado en Sevilla, donde realmente no se debatió una sola propuesta ideológica y donde no hubo más que un enfretamiento cainita entre dos grupos por recoger los despojos, que han quedado tras la debacle provocada en el PSOE por el zapaterismo. Perdidos los cargos y las prebendas, no hay nada que les una, ni siquiera ese supuesto alegato casposo del pilarista Rubalcaba (Paco Vázquez dixit) contra la Iglesia, pese a provocar los aplausos más unánimes de los asistentes. Los nostálgicos buscan en el anticlericalismo el argumento para enfrentar a los españoles; pero a estas alturas ya ni siquiera es una irresponsabilidad, es solo una impostura, o mejor, una broma.
La izquierda comunista vive en la locura, al margen de la democracia. Cayo Lara y Gaspar Llamazares se han convertido, con los comediantes vocingleros y los resentidos de toda laya, en los palmeros de un juez prevaricador, sin importarles el Estado de Derecho o la independencia del poder judicial: ni aceptan ni acatan las sentencias. Los epígonos comunistas, desorientados por haber malbaratado su mejor historia, buscan revivir las dos Españas, poniéndose bajo las banderas republicanas de un nuevo Frente Popular. Es otra impostura. Los que jalean al juez nada tienen que ver con los trabajadores ni los representan, se sienten solidarios de artistas millonarios y camaradas del tipo de Moral Santín, el villafranquino estalinista que el año pasado, por sus cargos en Bankia en representación de Izquierda Unida, recibió la nada despreciable cantidad de medio millón de euros. Es la nueva clase a quien representa esta vieja izquierda.