Cerrar
Publicado por
JOSÉ A. BALBOA
León

Creado:

Actualizado:

Frente a la desunión real del PSOE en su reciente congreso, el PP en el suyo, celebrado también en Sevilla el fin de semana, ha ofrecido una imagen de unidad, incluso de unanimidad casi a la búlgara. Mariano Rajoy fue reelegido por más del 97 por ciento de los votos, como Zapatero en sus mejores tiempos. Quién va a discutirle, tras la dura travesía, los éxitos electorales conseguidos en el último año. Nadie ha acumulado tanto poder institucional -poder real bastante menos- en la reciente democracia, con la mayoría absoluta en el congreso y el senado, y con gobiernos en la práctica totalidad de las autonomías; e incluso en las que no gobierna, Andalucía y Asturias, espera hacerlo el próximo 25 de marzo, y en las del País Vasco y Cataluña las condiciona con sus votos. Por si esto no fuera suficiente, gobierna igualmente la mayoría de las diputaciones y ayuntamientos de las capitales de provincia.

El poder une mucho, hasta el punto de que los partidos políticos no son mas que máquinas electorales, en los que los cargos públicos constituyen su verdadera estructura interna. Los partidos han dejado de ser los intelectuales orgánicos, de los que hablaba Gramsci, para convertirse en simples detentadores de poder institucional. La reflexión teórica se ha dejado al albur de gabinetes de think-tank, o de fundaciones como la Pablo Iglesias o FAES. No sé si esto es bueno o malo, si es una división del trabajo necesaria para que los políticos, como cargos públicos, se dediquen a resolver los problemas en sus circunscripciones, mientras otros, como expertos e ideólogos, reflexionan sobre las mejores políticas. Pero el divorcio es una posibilidad, y lo que ocurre con frecuencia. Marx ya denunció en su análisis sobre la España de los primeros años del siglo XIX las consecuencias de esos divorcios: en la Guerra de la Independencia actos sin ideas, en las Cortes de Cádiz ideas sin actos.

Me hacía estas reflexiones al contemplar los rostros de la nutrida delegación leonesa al congreso, todos cargos públicos con un amplio cursus honorum a sus espaldas, rodeando a Isabel Carrasco. Aunque no reconozco algunas caras y, por tanto, no sé si se trata de grandes intelectuales orgánicos del estilo de Estanga, el incombustible alcalde de Oencia, intuyo que no. La delegación, incluidos los que no salieron en la foto, parece muy contenta, pues han logrado colocar en la dirección nacional, además de a pesos pesados -Cobo y Prada-, a un buen número de leoneses: Isabel, Emilio, Eduardo, Carlos, Silvia, Juan y algunos más. Todos cargos públicos. Quizá piensen, con el realismo propio de los conservadores, que no se trata de predicar sino de dar trigo, olvidando que la lucha ideológica, la hegemonía cultural es clave. Más vale un cura que diez soldados, decía Napoleón; pero a veces no hay más cera que la que arde.