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Publicado por
isaías lafuente
León

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El último acto en la lucha contra ETA nos ha ofrecido esta semana algunas escenas elocuentes. La detención de dos presuntos etarras en Andoain y el juicio contra los autores del asesinato de una niña en Santa Pola, hace ahora seis años, demuestran la fortaleza de una democracia que continúa persiguiendo a los terroristas para evitar tentaciones futuras de retorno mientras sigue juzgando a los autores de sus crímenes pasados. El emocionado testimonio de la madre de la niña asesinada durante el proceso, describiendo la sinrazón de su muerte, es, por lo demás, la mejor forma de disolver el perverso discurso que sigue manteniendo parte de la izquierda abertzale de equiparación de circunstancias y víctimas.

Junto a estas actuaciones policiales y judiciales, otros dos movimientos políticos merecen ser subrayados. Uno, el acuerdo alcanzado en el Congreso entre todos los partidos, salvo UPyD y Amaiur, sobre la gestión del fin de ETA. Es el retorno a la unidad en la lucha antiterrorista, rota en la pasada legislatura por quien ahora gobierna, y fortalecida hoy con la presencia de formaciones que no suscribieron en su día la Ley de Partidos. El segundo, el primer cara a cara parlamentario entre el presidente del Gobierno y el portavoz de Amaiur en el que el primero sostuvo una posición firme —«tengo que hacer cumplir la ley»— frente al apolillado discurso de la formación vasca. Pero dijo más Rajoy cuando pidió a Amaiur que, como representante de la soberanía nacional, usase su influencia para forzar a ETA a entregar las armas.

Si Amaiur no da ese paso y si ETA demora su última decisión, tendremos un problema. Como es un problema el auge del independentismo en el País Vasco o pueden serlo en el futuro las discrepancias que en el marco de la unidad política puedan surgir sobre las medidas penitenciarias que puedan adoptarse con aquellos terroristas que decidan desvincularse de la banda y pedir perdón a sus víctimas. Pero todo eso, como reconoció el ministro del Interior en el parlamento, son problemas políticos. Y será la política la que los resuelva.