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León

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E s la palabra mágica. El abracadabra. Fle-xi-bi-li-dad. La pronuncia Monti, que es el tecnócrata de moda, la invoca Rajoy y se la apuntan todos nuestros parlamentarios autóctonos con un afán de contorsionismo tal que a veces asoman por los intersticios políticos más insospechados con sus narices rojas de payasetes. La flexibilidad es una virtud de resonancia muscular que en buena medida se contrapone a veces a la materia espiritual con la que se fabrica la credibilidad. Queda de relieve entre los cargos públicos que se sedentarizan en sus poltronas, ajenos a los límites cronólogicos que deberían regular tanto las tareas de gobierno como de la oposición. No sólo para evitar que caigan en algunos vicios insanos —sobre todo para los administrados— sino para que a mayores no queden como el culo frente a la opinión pública.

Al diputado popular Alfredo Prada le suena ahora a cachondeo que su colega socialista, la berciana Helena Castellano, apremie a la ministra Pastor plazos concretos para la ejecución de la autovía Ponferrada-Orense, la A-76. Lógico. Castellano hizo mutis por el foro a lo largo y ancho de la administración de Zapatero para exigir que esa infraestructura se materializara cuando al menos quedaban todavía unas farraspas en la hucha del Estado. A los ciudadanos, en cambio, lo que debe provocarles una cochina hilaridad es que a Prada le parezca ahora razonable la fecha del 2024 como tope para poder cubrir el trayecto entre la capital berciana y la de la Terra da chispa a través de un trazado de doble capacidad. Le debe flaquear la memoria al olvidar los sucesivos encuentros parlamentarios galaico-leoneses para apurar a Pepiño a que licitara las obras, aunque el ministro fuera más de la A-6 y de las paradas en Guitiriz.

Al mismo comportamiento histriónicamente flexible es al que asistimos también cuando el cambio de papeles afecta a la defensa de los fondos para la reactivación de las cuencas. Al menos los unos y los otros no deberían caer en el tono ridículamente orgásmico con el que intercambian toda la gama del Kamasutra político. Porque la amnesia socialista sobre los cientos de millones de euros que dejó colgados Sebastián para ejecutar proyectos estratégicos como el parque temático de la minería de Fabero sólo es comparable a la cara dura de los pretextos populares para priorizar ahora ciertas inversiones del Plan del Carbón.