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León

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La integración de Feve es, en estos momentos, el proyecto urbano más importante que se está acometiendo en la ciudad de León. Sólo equiparable a lo que significó la eliminación de paso a nivel de El Crucero y la prolongación de la calle Ordoño II, con lo que supuso de importancia al suprimir el paso de las vías por la ciudad.

Un proyecto, el de Feve, que ya está en marcha, cuyas obras —serán la únicas, sólo hay que mirar la León-Valladolid, el Acceso Sur y el propio AVE— viajan a buen ritmo y ya están ejecutadas en un gran porcentaje, además en todo el trayecto. Un proyecto que se concibió, y así se adjudicó y se inció, como un todo. No había partes, no había trozos. No suponía inicar ahora uno y ya se verá qué se hace con lo otro. No, el proyecto de Feve nació como un todo y comenzó su ejecución como ese todo.

Por eso, ahora no se entiende que se siembren dudas donde antes no las había. Unas dudas que ponen en cuarentena el ramal de Feve hacia el Hospital de León, cuyas obras de 1,3 kilómetros, que suponen un coste de 7,5 millones de euros, ya están adjudicadas en su totalidad y en marcha. Primero fue el presidente de Feve, Marcelino Oreja, quien ni siquiera mencionó ese tramo en su última visita al Ayuntamiento de León y ayer fue el alcalde Emilio Gutiérrez quien supedita su futuro a su viabilidad y rentabilidad.

Es cierto que los momentos no son buenos, económicamente hablando, y que la crisis pone en jaque muchas de las obras que estaban proyectadas, pero no es posible que signifiquen el parón de una infraestructura ya iniciada, entre otras cosas porque ya arrancó con la crisis en marcha. Además, los mismos criterios del Gobierno que sirven para el plan del carbón, cuando dice que sólo acabará las obras iniciadas, deberían valer en el caso del ramal al Hospital, porque un proyecto tan importante para León como el de Feve no admite excusas.

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