Diario de León

TRIBUNA | isabel cantón mayo (*)

Una visión crítica de la ULE

Publicado por
(*) Catedrática de Didáctica y Organización Escolar de la ULE
León

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El próximo día 22 los universitarios elegiremos a la persona que va a dirigir a la Universidad leonesa durante los próximos cuatro años. Las especiales circunstancias, tanto contextuales como sociales, hacen de estas elecciones un asunto que trasciende la mera dimensión interna de las mismas, al ser la Universidad de León la mayor empresa de la provincia. Una visión interna nos muestra a ambos candidatos con programas altamente elaborados que, desde la perspectiva de la letra, que todo lo soporta, parecen magníficos. Sin embargo, hay muchos interrogantes que, desde el absoluto respeto a ambos, nos planteamos los miembros de la comunidad universitaria leonesa y que, muy sintetizados, de forma crítica y desde el profesorado, siguen estas líneas.

1.-Gestión del conocimiento. ¿Se aprovecha el talento en nuestra Universidad? ¿El conocimiento que la Universidad posee como organización y el que poseen los miembros que la integran se utiliza para mejorar la institución? ¿Para mejorar la sociedad? Un colega decía que en la Universidad conviven dos tipos de personas: los investigadores y los conspiradores, y añadía que les va mucho mejor a los segundos. Si nos ceñimos a las prebendas, cargos y remuneraciones la afirmación es muy cierta. Quien aglutina en torno a sí personas en formación y dirige tesis, investigaciones, doctorados, cursos y másteres, sobrevive entre el anonimato y la penuria de recursos personales, temporales y económicos. Por el contrario, los que se rodean de un grupo de adeptos atentos a los movimientos internos, a los votos que éstos les proporcionan, aunque su trabajo se enfoque más a impedir que otros destaquen que a la actividad propia, tienen la capacidad de presionar a los dirigentes para obtener el cargo al que aspiran y repartir carguillos entre los serviciales. Estudios sobre mobbing en la Universidad ponen de relieve la afirmación anterior. No en vano entre los principios de identidad de uno de los candidatos se señala el «respeto a las personas, al trabajo y a las ideas», aspecto que por su obviedad no necesitaría estar presente si no fuera estrictamente necesario. Una adecuada gestión del conocimiento tendría estrategias para descubrirlo, evaluarlo y reconocerlo en todos los miembros de la Universidad.

2.- Rendición de cuentas. ¿Todos los trabajadores de la ULE tenemos un adecuado rendimiento en nuestro trabajo? Tradicionalmente había una memoria personal que ponía de relieve el trabajo anual del profesorado y los departamentos, pero se ha suprimido en una concesión más a la cómoda mediocridad. Aunque en ambos programas los candidatos hacen referencia a esta cuestión, la realidad es que más que incentivar el trabajo universitario fundamentalmente docente e investigador, se dificulta con cuestiones administrativas tediosas, largas y complejas. En la evaluación de la docencia e investigación del profesorado se valora más por los estudiantes la complacencia pedagógica el trabajo en grupo, la ausencia de examen y los temas elaborados (en su mayoría en intenet), y el aprobado general, que el rigor y la actualización académica. El porcentaje de alumnos aprobados en el acta correlaciona positivamente con la valoración del profesor que hacen los estudiantes, por lo que la conclusión es clara.

3.- Estudiantes. La razón de existir de la Universidad, como reconocen ambos candidatos y a los que dirigen atractivas propuestas. Sin embargo, ninguno ofrece en estos tiempos difíciles esfuerzo, trabajo, reconocimiento, excelencia en la formación que reciban. La presencia de la palabra esfuerzo aparece en ambos programas 10 y 15 veces respectivamente, pero casi siempre referida al esfuerzo ajeno, al común, a lo difuso del esfuerzo que harán ambos candidatos de ser elegidos, no al personal del estudiante. Por el contrario, la palabra negociación aparece en ambos 25 y 5 veces respectivamente, referida fundamentalmente a sindicatos y a estudiantes. Sí aparece en ambos la apuesta por prepararlos adecuadamente a los nuevos puestos de trabajo y facilitar la inserción. ¿Pero reciben la formación adecuada para la inserción laboral?

4.- Profesorado.- El reconocimiento al trabajo y al esfuerzo es vago en los programas y en un caso se hace, paradógicamente, cuando deja de realizarse, en la jubilación. Se habla de planificación rigurosa de la renovación de personal docente en función de necesidades y titulaciones ante el envejecimiento de profesorado dotación de ayudantes, pero realmente lo que esconden es una especie de ERE para cubrir con profesorado más barato y menos cualificado las plazas más caras. Piden colaboración entre PAS y PDI, pero en la actualidad las tareas administrativas se han ido desplazando hacia los profesores, y en la actualidad entre el 60 y el 70 % de la actividad del profesorado es administrativa, quedando para docencia e investigación propiamente dichas un 40-30%. Se alude a simplificar las aplicaciones informáticas y adaptarlas a los usuarios reconociendo implícitamente que sus constantes cambios han ocupado mucho tiempo del profesorado que debía dedicarse a docencia e investigación. Igualmente se señala la dignificación y reconocimiento de la actividad del Profesorado, pero si nos atenemos a la PDA, es tan exigua que es más un reconocimiento a la cómoda rutina que al esfuerzo y al trabajo docente e investigador.

5.- Educación: Ambos candidatos hacen referencia a la Facultad de Educación como elemento destacado de la ULE por el gran número de alumnos, por las titulaciones y por la proyección de futuro, y tienen toda la razón. Señalan como propuestas: potenciar la Escuela de Formación del profesorado, ampliación de la Biblioteca, mejora del mobiliario y equipamiento de las aulas. Hay poca concreción y ausencia de diagnóstico sobre las carencias que arrastra fruto del olvido y de la intrahistoria. Pero, si no se enumeran las debilidades mal pueden corregirse: Es la Facultad con menor porcentaje de profesores titulares de Universidad, con menor número de doctores, con menor número de catedráticos, con menor número de sexenios investigadores y con menor número de proyectos de investigación. ¿Puede mostrar eficacia y eficiencia formadora e investigadora en esas condiciones? ¿Será en estos aspectos donde hay que intervenir camino de la Excelencia que nos reclama Europa? ¿Facilitaría las cosas un plan que mejore las debilidades, apoyándose en las fortalezas del alumnado, las titulaciones y la proyección?

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