Viejas raíces

Recuperar las viejas raíces de la Comunidad, decía el otro día el presidente Juan Vicente Herrera; y uno, ingenuamente, creía que se estaba refiriendo a las raíces culturales e históricas de Castilla y León, que también; pero en realidad hablaba, en la inauguración de un hotel en Sardón de Duero (Valladolid) construido sobre una vieja abadía premostratense del siglo XII, de viñas y vinos, los de Ribera de Duero. Aunque se trata de un moderno proyecto de enoturismo, el presidente, siguiendo la filosofía de los promotores —la Bodega Abadía Retuerta—, ligaba el negocio del vino con la cultura del vino y con aquellos monjes que, hace diez siglos, construyeron el monasterio románico aún conservado, plantaron majuelos, cultivaron las viñas y elaboraron un vino —Ribera de Duero— que, ya en aquellos siglos, cobró fama de calidad. Pasado y presente se aúnan en un proyecto de futuro que, al parecer, generará en cinco años más de 1.000 puestos de trabajo.

También en nuestra tierra se habló hace algunos años de proyectos de enoturismo, que han pasado con más pena que gloria, como el que se se pensaba levantar, con campo de golf incluido, en el pueblo de San Clemente (Cacabelos); proyecto que, al parecer, contó con subvenciones millonarias. En el Bierzo, el vino ha alcanzado buenos niveles de calidad; se han creado y modernizado muchas bodegas; hay varias cooperativas, que en estos días hablan de unirse para comercializar mejor sus vino; pero, con alguna honrosa excepción, como la de José Luis Prada en el palacio de Canedo, no hay bodegas asociadas a hoteles o negocios de enoturismo. Aquí sólo pensamos en museos, también del vino, aunque en esto no somos muy originales, ya que cada pueblo quiere el suyo. Somos incapaces, incluso en época de crisis y de fusiones municipales, de ponernos de acuerdo para realizar proyectos conjuntos.

En Cacabelos, donde ya existía un pequeño museo del vino, de la cooperativa Vinos del Bierzo, se levantó un moderno edificio con ese fin, que ha sido desechado por la actual corporación para albergar el Museo del Vino, proyecto que le disputaron Villafranca y Camponaraya. Este pueblo, a cinco kilómetros, ya ha puesto la primera piedra de un Centro de Interpretación de la Viña y el Vino; y Villafranca un edificio, mimetizado con el paisaje de viñedos, que albergará en Valtuille de Abajo el centro de Interpretación de Castro Ventosa, con un coste de 780.000 euros, pese a que en el cercano Cacabelos hay un museo arqueológico, el Marca, magnífico y cerrado porque no hay dinero para mantenerlo abierto. Lo importante es construir museos aunque luego permanezcan cerrados. Lo de las viejas raíces, en nuestra tierra, debe referirse a lo profundo de las envidias y el cainismo que nos caracteriza.