Diario de León
León

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La historia pudo terminar a lo Stephen King, poco dado a los finales felices. La noche anterior a la jornada de huelga general, un chiflado irrumpió en la sede de Comisiones Obreras con un hacha y un machete preguntado por quien había dicho eso de «si yo soy un piquete y alguien me graba se traga la cámara». Las palabras tenían nombre y apellido: Ignacio Fernández, secretario provincial del sindicato. Con claros síntomas de cogorza, quería hacerle tragar al dirigente sus palabras, una vez troceadas como cebolla para el sofrito. «Soy del PP y el más facha de la provincia», proclamó. Lo primero lo ponemos en duda, pues no da el arquetipo del militante, pero de lo segundo no nos cabe ninguna duda: es un cavernícola. La serena actuación de los sindicalistas impidió que este amago de Jack Nicholson en la terrorífica El resplandor hiriese o matase a alguien. Repetía: «¡vengo a arreglar España!». Pero, locuras aparte, con un hacha y un machete ni siquiera se le puede sacar punta a esta crisis, que es de acero. Sólo desde la unidad conseguiremos iluminar este callejón en el que nos encontramos.

Y por una vez, el tabaco salvó la situación. Y la dialéctica, que son ya muchos años negociando convenios. Los sindicalistas lograron convencer al interfecto de que les entregase las armas a cambio de unos cigarrillos. Aceptó el trueque. Menos mal que la izquierda sindical aún fuma, pues si llegan a ser de los de mens sana in corpore sano, el gachó hace picadillo a los piquetes, y a ver luego quiénes hubieran llamado esquiroles a los que asistían a sus puestos de trabajo.

Las declaraciones de Fernández fueron agresivas, pero al personaje que irrumpió en la sede posiblemente también le habría indignado que reclamase que le diéramos «una oportunidad a la paz», como muchos hubiéramos preferido escucharle. En estos tiempos tan difíciles, los dirigentes han de medir mucho sus declaraciones, pues no a todas se las lleva el viento. A veces, la locura es consecuencia del miedo. Entre un final a lo Stephen King y otro a lo Disney, las musas se decantaron por este. Todo acabó bien. A veces, la noche escribe a golpes de hacha. Y en su hoja brillan nuestras pesadillas. No fue El resplandor , pero casi.

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