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Publicado por
JOSÉ A. BALBOA
León

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No estoy de acuerdo con el relativismo de los versos de Campoamor: «Nada es verdad ni mentira…», porque creo que hay verdades y mentiras, aunque acepto que la realidad se ve de acuerdo con el cristal con que mira; lo que no empece para que la realidad sea la que es y tozuda. Es cierto que la manera de mirar la realidad, de acuerdo con las ideas y creencias que habitan en nosotros, determina nuestra mayor o menor felicidad; pues, como escribía el pasado sábado el psiquiatra Enrique Rojas, la felicidad no depende de la realidad, sino de la interpretación que de la realidad se hace uno; pero no estoy tan seguro de que eso valga para todos, ni que todos tengan creencias para sustentar interpretación alguno, sino ideologías que reflejan una falsa conciencia.

Quizá algo de esto explique las complacientes visiones que sindicatos y gobierno han ofrecido sobre la huelga general. Unos hablan de éxito rotundo y otros de fracaso sin paliativos, y es posible que, aunque no ninguno de los dos diga la verdad, ambos se sientan felices con la interpretación de tal realidad. Para mi fue un día como todos los días. Sólo en el centro de León, lo que me pareció extraño, vi algunos pequeños comercios cerrados, que abrieron cuando ya no había piquetes; y delante del palacio de los Guzmanes, al mediodía, escuché a varios centenares de personas enarbolando banderas, alguna republicana, y lanzando gritos contra la reforma laboral.

Interpretaciones felices de la realidad. Lo malo es que es tozuda y tiene poco que ver, excepto en la subjetividad de tales interpretaciones, con la auténtica realidad de cinco millones de parados y un déficit que condiciona nuestra existencia. Podemos interpretar la realidad como queramos, con cristal azul o rojo; pero ésta nos fue expuesta con toda su crudeza el Viernes de Dolores, cuando el gobierno anunció el plan de choque que prepara en los presupuestos generales: un recorte de un 16,9% de media en todos los ministerios, unos 27.000 millones de euros, para poder cumplir con ese 5,5% de déficit que exige Europa este año.

PP y PSOE son, en muchas políticas, intercambiables. Ambos necesitan congraciarse con la ciudadanía, ¿por qué el PP se mete en el berenjenal de una reforma laboral que mina su popularidad?. Porque no tiene otra alternativa. Zapatero condujo a España al desastre social y económico en que nos encontramos, y por eso perdió las elecciones; pero el PSOE actúa irresposablemente y utiliza a los sindicatos, callados durante años, para erosionar al PP. Si había otra alternativa ¿por qué no la aplicó cuando gobernaba?. Lo que aplicó fue el cristal de unos medios manipulados, que reflejaban una realidad virtual. Las elecciones hicieron añicos tales cristales, pero se niegan a aceptar la victoria del PP aunque el país se deteriore aún más.

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