Desahucio, el otro drama familiar
Cada día una familia leonesa pierde su vivienda porque no puede pagarla. Es uno de los dramas a los que se enfrenta la sociedad por una situación económica que todavía se esconde en el horizonte del tiempo futuro. Más de cuatro mil familias en toda la provincia han perdido su vivienda por vía judicial en cuatro años. La mitad de ellas han sido desalojados por impago de las hipotecas o alquileres y la otra mitad viven en la angustia de un procedimiento judicial por ejecución hipotecaria que amenaza incluso a quienes han perdido el techo que les cobija.
Dicen que el dato más revelador de una crisis no es el PIB sino el paro y, si eso es cierto, estamos metidos en una especie de agujero negro del que va a ser muy difícil salir porque la previsión es que la cifra vaya en aumento. No hacen falta estadísticas para ver la magnitud del problema. Sólo hay que mirar a nuestro alrededor, porque la excepción es la familia en la que no hay al menos un desempleado o alguno de sus miembros esté a punto de perder su trabajo. Pero dentro de este drama hay situaciones desesperadas como la del millón y medio de familias que tienen a todos sus miembros en paro, casi siempre la causa del desahucio, o la de esos jóvenes con título universitario que terminaron sus estudios hace cuatro, cinco o más años y no han encontrado aún un trabajo, no ya relacionado con su profesión sino sencillamente un trabajo.
Está claro que no hay formulas mágicas, pero la sociedad necesita respuestas urgentes no ya al largo o el corto plazo, sino inmediatas. Anunciaba ayer la ministra Ana Pastor una serie de medidas económicas prioritarias entre las que incluía ayudar a los que se enfrentan a un desahucio, pero no concretaba cuáles ni para cuándo. El panorama es desolador y la desesperación se extiende como una mancha de aceite ya incontenible incluso para la red de ayuda familiar, lo único que ha evitado que este país esté en llamas.