Diario de León

TRIBUNA

El hoy de nuestra Semana Santa

Publicado por
Máximo Calvo Soto. Plataforma Pro-Identidad Leonesa
León

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En qué han devenido las procesiones. En variaciones sobre un mismo tema de antiguas expresiones de fe, liberadas desde lo más profundo y a veces temeroso de las creencias de nuestros antepasados, o en expresiones que modernamente reverdecemos con ampulosas maneras; y aunque éstas sean estéticas y cuidadas, o precisamente por serlo, pueden estar haciendo perder preponderancia a lo religioso y trascendental que antaño emanaba de ellas.

Parece que acabo de dar por sentado que han perdido parte del motor religioso, no me atrevería a afirmarlo, si bien tengo mis dudas, pues aunque en buena parte del componente humano de los cortejos procesionales esté ahí, y sea lo privativo del acto, no me parece la tónica dominante cuando falla la humildad y el recogimiento; o prima el boato floral y la ostentación del mejor «trono».

No me resisto a dejar un apunte sobre este término, trono, personalmente prefiero andas, aunque su simplicidad no se haya querido conservar, tal vez por no estar acorde con lo faustuoso y progresivo del vivir moderno.

Tampoco las posturas personales, digamos mejor los comportamientos, se comparecen con un drama que nunca debió de ocurrir y que año tras año nos empeñamos en sacar a hombros, aunque el resto del tiempo estemos en las antípodas de lo que predicó Jesús de Nazaret; con el riesgo de que más que un acto penitencial tome los valores de una muestra teatralizada, en busca de epatar al personal observador.

Por otra parte, puede que haya en otros una extraña mezcolanza, un comportamiento con demasiada inmediatez de lo humano, donde lo presuntuoso se impone a la sencillez que debía predominar en puridad a los orígenes de las procesiones. Seguramente como remedo de las que se desarrollaban en los claustros monacales: San Claudio, Santo Domingo, Descalzos…

Lo que empezó siendo expresión de fervor religioso, recuerdo y especialmente penitencia, con el dinámico evolucionar del pueblo se ha ido transformando en expresión estética, con la intervención cuidada del arte escultórico, más el componente de boato que gustamos dar a aquello de lo que nos consideramos artífices.

Incardinando en la cultura leonesa, en el comportamiento de los leoneses, con señas de identidad propias, se ha ido de lo repetitivo a la costumbre, cual eslabón básico para acceder a la tradición, hasta instalarse tal como yo creo verlo, en forma de compromiso socio-religioso.

Aunque nos autocomplazcamos humanamente como braceros, o braceras pues ya participan las mujeres, soportando un peso físico, que puede tener un valor añadido como disciplina, se corre el riesgo de que éste suplante al valor penitencial, verdadera clave del buen papel a desempeñar por los penitentes, conocidos entre nosotros como papones.

Y aquí entra el público asistente a los desfiles procesionales. El espectador, es principalmente eso, espectador. Lejos queda aquel público que aportaba recogimiento y fervor. El del Dainos, por ejemplo, sencillo y comprometido, espectador también, pero activo en la fe. Hoy el gran público no vibra ante el drama, se queda en lo estético. No reza, y sí podemos verlo aplaudiendo con agrado el esfuerzo de una puja exageradamente basculante y musicalizada. Ha venido a ver espectáculo; el peligro está en que, cada vez más, nuestros papones estén por la labor de dárselo.

Hoy «vendemos», bajo el crematístico manto de lo turístico, nuestras procesiones, las clásicas, y las que ha traído la atrevida eclosión de cofradías, que reclaman su espacio. Sin olvidar la vertiente gastronómica, para agradar a los propios y a los visitantes; lejos quedan las abstinencias de carne y caldo de carne, y no digamos los ayunos.

Un apunte final: Genarín. Aquel divertimento de «Paco Pérez Herrero y sus socios» que, entre ripios o coplillas, se alegraban con orujo en las estrictas Semanas Santas de antes, ha llegado a un remedo procesional, irreverente desde la percepción cristiana, que creyéndose un reclamo actual de foráneos, pide, «con exigencia», colaboración económica para banda y megafonía. Y la consiguen.

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