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Publicado por
Elías Álvarez Frade. león
León

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Cuando el diablo no tiene que hacer...

En el especial Semana Santa, firmado por Susana Vergara, leo con absoluta sorpresa un reportaje dedicado a Minerva —sólo a Minerva, ignoro por que razón— y como hermano que soy, debo puntualizar a título particular algunos comentarios que considero causan un grave perjuicio a la imagen de mi cofradía:

1. No es cierto que la reunión a la que hace referencia la periodista durara 5 horas. La misma se inició a las 12 horas y después de tratar numerosos puntos del orden del día terminó a las 14 horas exactas. Da la sensación, según el reportaje, que se dedicó la totalidad del tiempo que se manifiesta a tratar de esta cuestión, pretendiendo darle una importancia que no tuvo, lo cual no fue así ya que esta cuestión fue tratada en los últimos minutos.

2. En la reunión, ninguna de las hermanas allí presentes requirieron como tema la cuestión que la periodista trae a este reportaje. Solamente pretendían —a mi entender con absoluto derecho, y así se reconoció— que se las encuadrara, como manolas que eran dentro del organigrama de cada paso. Nada más; ninguna de ellas —que podían resultar más agraviadas que los hermanos intervinientes— sacó a colación el tema en cuestión que, por cierto, resuelta pacífico y en modo alguno de absoluta batalla tal y como se pretende en el reportaje en cuestión.

3. Minerva sí permite —lo cual no resulta generalizado en León y ello con la autorización eclesiástica correspondiente— la presencia de mujeres y hombres, por lo que cumple con la igualdad a que se refiere el hermano o hermanos citados. La participación de todos en las procesiones de una u otra forma es una cuestión que se realiza por la Junta de Seises en la forma que considere conveniente, siguiendo pautas normativas internas y de absoluta tradición; ésta, que tantas veces hemos visto destrozada en la Semana Santa leonesa en aras a una serie de modernidades de todo tipo —ha conllevado la «folclorización» de muchas de sus actividades—, por lo que debemos tener cuidado con que todo esto no se convierta en un circo manoseado por todos los que se acercan y que desconocen la intimidad de los actos que se desarrollan; por supuesto a nuestros hijos debemos transmitirles en su esencia el legado de nuestros padres, abuelos y demás, teniendo en cuenta que a ellos debe explicárseles el porqué y de ningún modo, hacer nuestra la lucha de ellos en cualquier sentido y sin más, por el solo hecho de que sean nuestros hijos.

4. Me consta, por haber participado en su redacción, que esta cuestión ha sido ya resuelta por los nuevos estatutos presentados en su día al Obispado para su legalización, por lo que considero de evidente mala fe traer a colación este tema.

5. Ciertamente los hermanos a que se refiere la periodista intervinieron en la Junta y también es cierto que fueron debidamente contestados en el sentido expuesto, es decir que, ni era tema a tratar ni obviamente objeto de la misma, ni mucho menos tema a debatir y votar ya que ni tan siquiera figuraba —ni podía figurar— en el orden del día.

Lamento que sea precisamente Minerva quien se vea zaherida por estos temas y me sorprende que ellos sean objeto de tanta dedicación periodística en la que, lejos del conocer el tema en profundidad, se haga eco de apreciación de determinadas personas que en absoluto están en posesión de la verdad ni, mucho menos, representan a todos los hermanos (hombres y mujeres).