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Publicado por
CAMPO VIDAL
León

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La economía española ha vivido una Semana Santa de calvario: la prima de riesgo disparada con peligro de infarto interventor, el presidente—candidato francés Sarkozy advirtiendo que no quiere para Francia «lo que están pasando qriegos y españoles» y, como remate, el ministro Luis Guindos, como bombero en el Frankfurter Allgemeine, asegurando que habrá recortes también en Sanidad y en Educación para cuadrar las cuentas. Un Vía Crucis de noticias en el que el único alivio ha sido el relativo respiro del sector turístico, a pesar de la lluvia, que bienvenida sea, aunque haya impedido algunas procesiones.

Traducido a la práctica, significa, por ejemplo, que las universidades españolas van a vivir una ola de fusiones parecida a la de las cajas de ahorro. No es necesario que cada provincia tenga una universidad, o dos, o más, y que incluya todas las carreras. Así no hay forma de especializarse, ni de progresar en calidad. Artur Mas y Nuñez Feijoo ya anuncian que suprimirán Facultades con pocos alumnos. Y harán bien. ¿Tiene sentido, como sucedió en una Universidad, mantener Químicas con ocho estudiantes en el primer curso? Incluso, en un caso, hicieron con aquella exigua promoción, un Primero A y un Primero B, para colocar a todos los profesores. Una ronda por las universidades españolas ofrece un nutrido catálogo de despropósitos de esa naturaleza. Despropósitos carísimos, insostenibles siempre, inadmisibles en estos tiempos. Y a todo eso, solo un par de universidades, en este caso catalanas, entre las doscientas primeras del mundo, al final de la tabla. El tener 79 universidades en España, más que en Alemania que nos dobla en población, nos lo afean los germanos. Y, en este caso, no dejan de tener razón.

Mención aparte merece el discurso de Sarkozy advirtiendo a los franceses que no quiere que pasen lo que nosotros penamos. Estamos en abril y se cumplen ahora dos años de la visita oficial del presidente francés a España, que mereció más atención de los medios hacia su distinguida esposa que a su importante discurso en las Cortes. En aquella intervención, Sarkozy elogiaba el desarrollo de España, su organización territorial y su progreso en todos los órdenes. ¿Qué ha pasado en estos dos años? ¿Tanto daño pudo hacer Zapatero desde entonces? Evidentemente, no. Este país llevaba una bomba de relojería adosada a su modelo productivo basado en la expansión inmobiliaria incontenible y en el gasto desaforado en todas las administraciones. El catalogo de edificios, aeropuertos, auditorios y polideportivos apenas utilizados estremece y es reflejo de una época de supuesta abundancia. Supuesta, porque nadie advirtió que todo aquello se pagaba a crédito.

Ahora viene la penitencia por aquellos desmanes. Habrá que cumplirla o pasaremos del purgatorio al infierno de la intervención. El problema es que hay quien quiere aprovecharse de la mala situación de España para arramblar con ventajas particulares que indignan al personal. Viviremos sublevaciones populares.

Lo que tenemos delante es una auténtica transición del modelo productivo. Si España fue capaz de hacer su transición política y deslumbrar al mundo, deberíamos conseguirlo ahora también. El sábado santo se cumplieron 35 años de la legalización del Partido Comunista por el presidente Adolfo Suarez. Tenía razón: el PCE era más fuerte y temible en la clandestinidad que legalizado ya que nunca paso de una veintena de diputados en su mejor época. Solo la inteligencia y el coraje de aquel hombre providencial, que también cometió errores, como todos, fue capaz de dirigir con acierto aquella difícil travesía. Estamos en una tormenta parecida pero en el ámbito económico. Y también esta crisis se llevará por delante empresas, empresarios y líderes políticos que no se adapten a las nuevas exigencias. Para Via Crucis, el de España.