Diario de León
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gALLegO
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El anuncio del alcalde de que no gastará dinero en limpiar el campus si se producen más botellones hay que tenerlo en cuenta y ahora que todavía hay tiempo pensar cómo se va a solucionar el problema que se nos presenta durante las fiestas.

Sucede que en los dos últimos años se ha masificado el botellón que se realiza a las orillas del Bernesga, entre los puentes de los Leones y San Marcos.

Es un espectáculo inimaginable, por eso hay que verlo, y los vecinos de la capital y alrededores que han acudido a la fiesta se acercan hasta el río para presenciar algo que si se lo cuentan no se lo creerían, por las proporciones que alcanza.

Porque lo curioso es que lo que empezó siendo algo marginal a lo que se entregaban los jóvenes menores de edad, que de esta forma se saltaban a la torera la prohibición de beber alcohol en los bares y establecimientos públicos se ha generalizado de tal forma que ahora ya no son sólo las pandillas de mozalbetes y los compañeros de clase los que se reúnen para beber hasta perder el control, que esa parece ser la máxima de cualquier botellón que se precie.

Desconozco por qué ahora la gente bebe con la intención de emborracharse y cuando antes, mejor. Sin importarles las secuelas que sin duda sufrirán dentro de no mucho años, porque si bien es cierto que siempre se ha bebido, la realidad es que son los menores de 30 años los que lo hacen como si se tratara de ganar una competición. Y les da igual lo que beban, su calidad, y las mezclas, porque todo sirve para alcanzar antes el nirvana que desean, aunque al día siguiente se arrepientan.

Lo cierto es que la moda ha prendido y ahora ya son miles los jóvenes de entre 15 (quiero creer que no los hay más pequeños) y 40 años que se dan al botellón por San Juan. Ya sé que era la noche ancestral de coger el trébole, pero ahora lo sustituyen por la cogorza en grupo.

Ocurre que nuestros jóvenes, que han conocido las papeleras desde su más tierna infancia, no están dispuestos a tirar los desperdicios a los contenedores o éstos son escasos y pequeños. Por eso las márgenes del río quedan como el campus en la mañana del sábado. ¡Y a esperar que no haya viento y se esparza por todo León!

Por eso, ahora que hay tiempo todavía, emplazo al alcalde a que busque una solución antes de que San Juan baje el dedo.

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