Diario de León
León

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Mientras escribo suena el teléfono. Alguien que se identifica como Marcos me pide colaboración para el sorteo del oro, de Cruz Roja. Le digo que no puedo atenderlo, lo que es cierto en ese momento, pero tampoco le puedo dar una hora para que me llame más tarde, lo que quizá ya sea un poco exagerado; después de colgar, me sentí mal. Tras la voz percibí a una persona que estaba realizando un trabajo, con dignidad y educación. Debí haberle concedido unos minutos. En fin, compren ustedes lotería de la Cruz Roja. Colaboren con esta institución, integrada por buena gente. Y tú Marcos, seas quién seas, sí lees esto: discúlpame.

La persona es lo que cuenta, sea anónima o con nombre (siempre lo tiene, aunque no lo conozcamos). El senador socialista Sen ha hecho una declaración bienintencionada pero —a mi entender— mal expresada: «El partido es más importante que las personas». Pues no, las organizaciones han de estar por encima de los personalismos, pero por debajo de las personas. Con más precisión, Francisco Álvarez ha pedido un PSOE sin «individualismos». El ex subdelegado del Gobierno dejó a su paso un rastro de caballerosidad, y puede liderar —sin demérito de nadie— con autoridad moral.

A Alfredo Prada le han nombrado presidente de congreso provincial del PP, que será en junio. Es adecuado para un cometido que conlleva mano izquierda, incluso aunque se haga con la derecha: diputado, preside la Comisión de Justicia, está en la dirección nacional de su partido y lo representa en el exterior. Juega en la primera división, sin dejar de ser un leonés de aquí, conocedor de la provincia. Y lo que es más importante, también él lo hace colocando a la persona en el alma del debate; hombre de gestión política, más que de politiqueos. Prada mantiene el justo equilibrio entre el don de gentes, la firmeza de convicciones y la claridad de ideas. No crea problemas, aporta soluciones, sin confundir ajetreo con trabajo.

Todo resulta más fácil cuando se percibe al otro como alguien y no como algo. En un partido, las discrepancias deben pesar menos que las coincidencias. A veces, para limar aquellas basta con unos minutos de atención. Esos mismos que quien esto escribe no le concedió a Marcos, el de Cruz Roja.

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