Diario de León
Publicado por
PÉREZ HENARES
León

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Supongo, aunque los hay profundamente interesados en que lo olvidemos, que podemos dar como un hecho probado y comprobado que Rajoy ha asumido el poder en la peor situación económica y social, crisis y paro, de la historia de nuestra democracia. Supongo, aunque los responsables del Gobierno anterior se escabullan de cualquier responsabilidad en el desaguisado, que es de justicia reconocer que la tarea que tiene ante sí el nuevo Gobierno es más que difícil y los condicionantes y problemas estructurales, europeos y locales, un peligroso polvorín donde además se producen incendios casi cotidianos. Esa es nuestra realidad. Ese el punto de partida, esa la llamada «herencia» que es una auténtica ruina.

Ante ello, el Gobierno, y Rajoy, han comenzado a actuar. Eso tampoco es discutible. Desde luego aquella caricatura de indolencia ha pasado a mejor vida. ¿O no se acuerdan? Podrá acusarsele y ya se le acusa de mil defectos —ahora el sambenito es que no da la cara— pero aquel de vago, vaguísimo parece que ha tenido que ser desterrado. Han actuado en lo esencial con celeridad. En tres meses y cumpliendo sus plazos. La reforma financiera, donde aún les queda otra tanda, la laboral, que les ha costado ya una huelga general y todas la movilizaciones habidas y por haber (si no llueve o hay puente, como el domingo que no fue casi nadie), la de estabilidad presupuestaria, no se puede gastar lo que no se tiene y menos aún cuando se debe ya hasta la hijuela, la sanitaria (con sus dolorosas recetas pero insoslayable si se quiere mantener lo esencial, porque de seguir sin frenar los costes y los despilfarros y abusos, que los hay, se derrumba entera. Y, aunque se soslaye, hasta se bajó el sueldo a los banqueros no privados, se puso freno a los desahucios y están a puntito ya de cobrar esos cientos de miles acreedores de ayuntamientos y comunidades que estaban asfixiados. Y queda embridar definitivamente el despilfarro publico: las empresas, las duplicidades, los desvaríos autonómicos, ¡ay! esas comunidades, esos fastos y esos delirios de grandeza, lo que cuesta enjugarlos ahora.

Pero hay algo más, algo que cada vez me plantea más dudas sobre España, sobre todos nosotros. Es comprobar como cada cual habla de la necesidad de esfuerzo y sacrificio hasta que no le toca a él y a lo suyo. Cuando eso llega siempre sale la consabida respuesta de que se puede recortar de otro sitio. Cada cual dice que es bueno saber la verdad, que es necesario para afrontarla. Pero, ¿de verdad que queremos saberla? ¿De verdad estamos dispuestos a afrontarla? A mí me parece que hay muchos que todavía prefieren creer más a Solbes que a Pizarro ¿se acuerdan?

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