Diario de León
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luis artigue
León

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Ahora vivo en esta época repleta de icebergs económicos en la que todo se está hundiendo y cada cual sin embargo trata de morir como los pasajeros del Titanic —morir cuando mejor lo están pasando—… En efecto ahora, como toda la ciudad, vivo con el síndrome del superviviente igual que Paul Celan, pero entonces no.

Entonces la gente con la que me encontraba parecía un reduplicado táctil de los personajes de la Crónica de las Tabernas Leonesas de Umbral.

Sí, yo tenía diecisiete años, tocaba la guitarra, componía canciones, confiaba en lo que creía y, sobretodo, tenía un modelo; una suerte de versión mejorada de mí mismo.

Es fácil y frecuente, como bien escribieron Francisco Umbral en Las Ninfas y Herman Hesse en Demian , que tengamos un doble en la vida, un modelo perfumado, idealizado, organizado y prometedor de nosotros mismos (a casi todo el mundo le ocurre). Y eso es torturante tanto si superamos al modelo como si no porque así siempre se vive en la confrontación constante, lo cual no deja de ser como un subrayado irónico de la condición humana.

El caso es que entonces el mundo no era aún un decorado dramático sino que el drama, a lo sumo, lo levábamos dentro. Y yo, para aliviarme de todo, soñaba con fuerza bajo los párpados cerrados de la noche, y mi sueño más recurrente e irreverente era que quería ser Luis Pastor.

Sí, yo quería ser Luis Pastor, amaba las canciones que son como experiencias que dejan poso y huella, celebraba las trovas de los cantautores, escuchaba refundando lo sentido, soñaba con llegar a conocer a mi trovador predilecto para preguntarle al oído eres tú el elegido o tenemos que esperar a otro… Y empezaba ya a entender aquello que escribió Julio Cortázar en Rayuela quizás refiriéndose a Borges, aunque para mí que refiriéndose a Luis Pastor: «así es como los que nos iluminan son los ciegos».

Crecer es ir desentendiéndose de los sueños primeros para ir dejando sitio a demasiadas realidades, y con el tiempo, aunque no dejé de escucharlo, llegué a pensar que Luis Pastor había devenido en leyenda; que ya vivía retirado del mundanal ruido dedicado a sus pasiones favoritas… Pero no.

Y es que esta semana, coincidiendo con que el Ayuntamiento de León anuncia algo así como un aquelarre laboral —es sádicamente oportuno pues ha hecho casi coincidir tan sangrante anuncio con el Día del Trabajo—, los sindicatos leoneses, como emulando a la orquesta del Titanic , han traído a cantar a la ciudad al cantautor de voz inmarchitable…. Sigue tan combativo como siempre, pone música a la pluma de Saramago y a nuestra sufrida fe cívica, nos acompaña en el luchar y en el sentir… ¡Gracias!

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