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FRANCISCO ÁLVAREZ MARTÍNEZ. CANDIDATO A LA SECRETARÍA GENERAL DEL PSOE DE LEÓN
León

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El carbón sigue siendo hoy en día un recurso importante en el desarrollo de la energía del mundo, y ha sido el de mayor expansión y más rápido crecimiento como elemento base de producción energética en el contexto mundial.

Según estimaciones de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), la demanda mundial de energía primaria aumentará un 36% entre el 2008 y el 2035, siendo los combustibles fósiles (petróleo, carbón y gas natural) las fuentes predominantes de energía en el 2035.

Sin embargo, la tendencia en Europa ha sido decreciente hasta tal punto que el consumo comunitario de carbón ha descendido desde el 23% en 1980 hasta el 7,6% actual. El recorte del consumo ha traído como consecuencia una reestructuración en la producción y el declive progresivo a largo plazo del sector. Desde mediados de los años 50, la Europa comunitaria ha sufrido el cierre de alrededor de 1.250 minas, ha dejado de producir 350 millones de toneladas de carbón y ha perdido más de millón y medio de empleos. 

Nos encontramos en este momento en una nueva fase en la que la generación de electricidad está entrando en un período de transformación a medida que la inversión se destina hacia tecnologías con bajas emisiones de carbono, como resultado de unos precios más elevados de combustibles fósiles y políticas gubernamentales dirigidas a aumentar la seguridad energética y a limitar las emisiones de CO2.

A partir del convencimiento de que el carbón va a seguir desempeñando un papel clave como parte del mix energético global, y de que tecnológicamente es posible un cambio en la actividad de incineración de carbón, de forma que resulte menos agresiva para el medio ambiente, el gran reto que se plantea ahora es el coste de adaptación a un nuevo modelo menos contaminante.

Un reto mundial del que León, El Bierzo, está siendo partícipe con el proyecto de investigación que se está llevando a cabo en la Ciuden, donde se ensaya y se trabaja a escala industrial en la captura y almacenamiento del CO2, y que supuso toda una apuesta del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero para lograr el apoyo y la aportación de 180 millones de euros por parte de la UE.

De esta forma España, León, no ha perdido la oportunidad de desarrollar estas tecnologías a la par que el resto de países europeos, no sólo porque es una iniciativa de I+D+I muy interesante en un país que debe cambiar su modelo de crecimiento apostando por un empleo de calidad, sino porque además viene a solucionar el único problema medioambiental atribuible al carbón, consiguiendo así mantener una actividad industrial, reducir nuestra dependencia energética del exterior, evitar la contaminación atmosférica y garantizar una energía sostenible.

La minería del carbón ha jugado un papel importante en la economía española, más si cabe en la economía y desarrollo de la provincia de León, como primera fuente nacional de energía, hasta la segunda mitad del siglo XX, momento en el que el carbón se vio relegado por el petróleo como fuente energética. Desde entonces el declive de la actividad minera ha sido lento y continuo, generando a la par una enorme problemática socioeconómica.

Un declive que, sin la implicación del Gobierno para seguir apoyando la producción del carbón y para defender ante la UE la necesidad de mantener una energía propia, puede llegar al final con el cierre de las explotaciones mineras y la desaparición de la actividad socioeconómica de las cuencas mineras de la provincia.

Las ayudas al funcionamiento que recibe el sector para su viabilidad, y que ahora están siendo recortadas y cuestionadas por el Gobierno del PP, revierten en las arcas públicas a través  de las cargas fiscales y coberturas sociales que soporta la propia actividad minera y, a  la propia sociedad, mediante las rentas salariales y compras de bienes y servicios, además de la capacidad de arrastre que tienen de otros sectores económicos que, de manera indirecta o inducida, son potenciados gracias al entorno económico que propicia la minería de carbón.

El estudio de los profesores Muñoz Alamillos, Cortiñas Bravo y Díaz Ballesteros, de la Facultad de Económicas de la Universidad de León, sobre Evaluación del Impacto Económico de la Minería del Carbón en la provincia de León,  viene a corroborar el crucial aporte económico del sector primario del carbón por su  fuerte capacidad en la generación de valor añadido en tres frentes: como actividad en sí (impacto directo), como consecuencia de las interrelaciones productivas que arrastra (impacto indirecto) y como efecto renta-demanda (impacto inducido). De hecho, constatan que un empleo directo en minería posibilita la creación de casi dos empleos de manera indirecta.

Desde un punto de vista de impacto territorial, la actividad extractiva de carbón nacional propicia la cohesión social y económica en unas comarcas mineras totalmente dependientes de este recurso autóctono, como ocurre en El Bierzo, Laciana y la Montaña Central, cuya subsistencia depende casi en su totalidad de su continuidad.

Y ya hemos podido comprobar los leoneses cómo las zonas mineras con un pronunciado monocultivo económico basado en la explotación del carbón y sometidas a planes de reconversión en los años 90 han sido las más afectadas en pérdida de población, sangría poblacional que los planes de reactivación dispuestos paralelamente no han logrado contrarrestar al chocar con elementos insalvables de estas comarcas: su ubicación lejana de los grandes centros de consumo, la escasa iniciativa empresarial endógena y la poca especialización de la mano de obra, elementos que no posibilitan el renacer de actividades económicas que suplan la riqueza que aporta el carbón.  

El Gobierno de Rajoy no puede cometer el error histórico de «sepultar» el carbón nacional, porque sigue siendo una energía estratégica para España, porque es la vida de miles y miles de leoneses que han nacido y vivido con el carbón y porque el resto de las alternativas energéticas nos hace dependientes e inseguros, como por ejemplo el gas natural y el petróleo que, además de tener fecha de caducidad, proceden de países políticamente muy inestables, con tensiones políticas e inflacionistas que no garantizan un suministro seguro.

La otra alternativa, la de las energías renovables, no ofrecen continuidad al sistema. Por este motivo, porque un país necesita estabilidad de generación que dé garantía de suministro al sistema, debemos exigirle a este Gobierno, un compromiso que sí asumió José Luis Rodríguez Zapatero, de seguir apostando por el carbón como una opción para garantizar el abastecimiento energético dentro de un mix equilibrado, y lo que es más importante, para evitar el declive de nuestras comarcas mineras, en definitiva de nuestra provincia.