EL BAILE DEL AHORCADO
La cantante calva
Lo del PSOE es para morirse. 432 o 223 millones de deuda —dicen que la diferencia está en restar o sumar los litigios pendientes— y salen con que vamos a volver a la época de Morano. No, esa quita temporal no hace honor a las cifras. La realidad es mucho peor. Aquí nos encaminamos raudos y veloces al precipicio de los años cuarenta y, mientras, hay músicos que siguen tocando en clave de fa, como diría Arrabal. María Rodríguez y Natalia Rodríguez Picallo tienen que hacer el papelón, de eso no hay duda, pero que hablen de deterioro y desempleo nos sitúa en medio de una gran ceremonia de la confusión, la de La cantante calva , por ejemplo. Las concejales socialistas representarían muy bien el papel de los Smith, mientras que Rajoy y López Benito harían una increíble pareja Martin. Las primeras demuestran que se puede abusar del lenguaje sin tener nada que decir, mientras que los Martin... los Martin saben que ya no queda madera que quemar, y prefieren ahorrarse las palabras y todo lo demás. Peor es lo de Chamorro, menesteroso de los focos en el escenario de la ruina. Si Ionesco hubiera tenido que idear un papel para él en esta tragedia, sería la del bombero, buscando incendios que apagar, clamando por un papel en esta comedia bufa. Aunque, qué quieren, es lo que tiene estar fuera de la realidad, pisar moqueta cuando la mayoría ya está hasta el cuello de barro.
Hay una metáfora in progress, una pareja de pobres en la plaza de la Inmaculada. Arrastran los restos de la vida que un día tuvieron en un carro de la compra y aparcan su miseria muy cerquita de la Subdelegación del Gobierno. Una vecina de la zona se escandaliza porque les ha visto compartiendo intimidad junto a su portal. Son como Gervaise y Lantier, los protagonistas de la novela de Zola, el reflejo de una sociedad abocada al fracaso, al delirium tremens. Puede que en breve sean muchos más los que sólo tengan el abrigo de la luna en este gran guiñol del esperpento. Y mientras, pues eso, Rodríguez y Picallo, y Rajoy y López Benito continúan desempeñando elpapel del desatino y Chamorro busca un fuego que ya nunca arderá. Y mientras, las calles se llenarán de legiones de Gervaises y Lantiers, sumidos en la regla matemática del naturalismo. Y la pregunta es cuándo se cansarán los títeres de la mano necia que aún tiene la indignidad de manejarlos.