Diario de León
León

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La minería se arrancó a morir antes que Chanquete. Una agonía dulce que empezó por el abandono de un castillete en Hulleras de Sabero, como si se hubiera quedado varada la caja que bajaba a las galerías, y se cebó en desparramar parados por los pabellones a orillas de la carretera, sentados en el quicio de la puerta, enmarcados por el blanco de las fachadas y coronados por las tejas de pizarra, como si fueran un souvenir. Entonces, se alimentó el relato de la reconversión: el proceso por el que los hijos de los leoneses pasan a ser vascos, catalanes o madrileños, mientras aquí las tiendas cierran, los pueblos se abandonan y los políticos engordan con proyectos que, en el mejor de los casos, se enredan 30 años para bautizar al río como curso de aguas bravas. La mentira de la reconversión es una mofa que se pasea por las cuencas mineras. El discurso que traerán de nuevo en el pico los representantes del PP, que han hundido la puntilla con la rebaja de más del 63% en los presupuestos del Estado para este año. Ahora, toca vestir el santo.

El enredo volverá a presentar al sector como un pozo de subsidiados, un paraíso de prejubilados, una rémora para el sistema. Un anacronismo, como el campo y la ganadería, que no merece la pena proteger aunque luego haya que importar esos productos, señas de esta tierra, a un precio que será más caro y que no aportará riqueza. La coartada para desmantelar las minas y esconder que hay otros intereses que pican más alto que el hachón de un entibador. Otra vez salen cruces y nos ponen a mirar para arriba. La guinda a la burla la vuelven a servir los representantes políticos leoneses. En el PSOE, donde no se acuerdan de la indiferencia y el dejarse ir de Miguel Sebastián. En el PP, donde hicieron bandera de la minería en campaña y ahora juegan al trile para que no veamos la bolita, en su papel de verdugos justo al borde del precipicio; cínicos, con Juan Vicente Herrera a la cabeza -siempre tan osado- quien pide a Mariano Rajoy una «reflexión inmediata», sin molestar mucho, como quien reclama calma cuando al amigo le acaban de abrir la boca de una ostia. Mientras, en Laciana, en el Bierzo y en el valle de Gordón se preparan para la batalla de nuevo, para el duelo, para la reposición de la marcha negra, para otro poquito de muerte... Para demostrar que no es lo mismo pelear por el futuro bajo tierra que dejarse enterrar.

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