LEÓN EN VERSO
Que pregunten
Le podían preguntar a Carrasco. A ver eso de ganar elecciones si se aprende o viene con uno al mundo; igual que sostener la unidad de un partido por encima de taifas y a la vez compaginar un cargo electo con el control absoluto de las filas orgánicas de la formación, si hay que valer o se entrena para ello. Le podían pedir el manual de superviviente durante ocho años en tierra de lobos y, de paso, el anexo que escribe en los últimos cinco en el Palacio de los Guzmanes, donde no hace falta recordar que han anidado las traiciones políticas más infames desde que Bruto tomó el puñal y se fue al emperador. Podía Paco Álvarez, una tarde de estas que no hay ocaso suficiente para tanta urgencia de noche, repasar los archivos de la competencia para ver en qué punto erró el tiro; si en el séquito que le acompaña o en el fundamento político cargado de tópicos, como ese de devolver el socialismo a las calles cuando se es cómplice de haberlo sacado de ellas. Hasta Miguel Martínez se habría ahorrado un disgusto el pasado viernes si antes de afrontar la asamblea local del PSOE de San Andrés hubiera tomado en cuenta el primer capítulo de las propuestas que escribió Carrasco el mismo día que decidió que iba a haber un reinado largo en el PP leonés: No hables con resentidos.
Carrasco ya está en situación de poder explicar cómo no ha sucumbido a los males que derrocaron a sus predecesores en el cargo. A los asesores agitados por la condición de conspirar, que es al político lo que el néctar a las abejas; al síndrome del Palacio de los Guzmanes, que contagió por igual a Turiel, Díez y Díez y a García-Prieto, que salieron asolados y abandonados de la sede provincial. El primero se suicidó al pedir la autonomía para León; el segundo tuvo que recurrir a la oposición para aprobar el reparto de planes provinciales y el tercero aún tiene heridas sin cicatrizar de tanta puñalada que recibió de los que creía que eran sus pretorianos. Y además, se embarca en un tercer mandato en el Partido Popular, antiguo reino de remiendos en la provincia.
En las antípodas van a terminar por pedirle consejo sobre cómo acceder, primero, al control de un partido desecho en las urnas, en imagen social y en cohesión interna; y después, sobre cómo atacar uno de los problemas más graves que asolan al socialismo leonés: unos y otros miran a su alrededor y no encuentran de quien fiarse.