Diario de León

LA 5.ª ESQUINA

Estofado de conejo con mencía

Publicado por
JESÚS Á. COUREL
León

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Dicen los mayores que los conejos se reproducen como los embustes. No les falta razón. España fue siempre país de conejos y de mentiras, siendo estas causantes de más desvaríos que algunas plagas de conejos. En lengua fenicia está documentado el término «i-spn-ya» en inscripciones muy antiguas, donde la raíz «spn» significaría conejo, siendo nuestra marca la de tierra de sabor y de conejos. Los historiadores romanos hablaron de los conejos españoles y de la resistencia astur a la conquista. Desde el castro Ventosa, baluarte de la lucha contra el invasor, una cohorte de conejos revive una nueva ocupación del espectacular recinto para enfado de los viticultores, que quieren frenar la excesiva población de estos roedores del campo hispánico.

La llegada del ansiado sol, hace que el campo se brote de conejos que, a falta de hierba, se comen las hojas de las cepas. Atacan en periodos de debilidad y a puntos vitales de la planta, a esos brotes tiernos que nacen en primavera, destruyendo lo que iban a ser tres o cuatro racimos completos y causando daños irreversibles en una época vital para las viñas. En muchas regiones vinícolas como Montilla-Moriles, Requena-Utiel, Bajo Penedès, La Rioja o El Bierzo, los conejos traen de cabeza a los que viven del viñedo. Ni espantapájaros, ni la selección de cedés colgados (aunque sean del Fary), ni las máquinas que sueltan un petardazo cada poco son capaces de ahuyentar a los hambrientos conejos. Como no comen cardos, ni zarzas (que buena falta hacía) y el roundup elimina las alternativas alimenticias de esta fauna silvestre, no tienen nada que comer y se tiran a la bebida. Y si es con denominación de origen, mejor que mejor.

En la distancia, este tema huele a pólvora y a azufre, a conflicto entre cazadores y agricultores. Y en este caso no hay duda: estofado de conejo reducido con mencía, que no andan los tiempos para más ruinas, ni andamos sobrados de producción en ese sector, ahora en alza. Pero los ecosistemas agrícolas padecen desequilibrios que no son culpa de especies autóctonas como el conejo, sino derivadas de una inadecuada intervención humana en la mayoría de los casos. La caza ayuda a controlar las especies, pero hay que trabajar para mantener el equilibrio entre la naturaleza y nuestras necesidades. Las respuestas están escritas hace tiempo: caza controlada en cada época del año y protección de determinados cultivos en sus momentos críticos. Aplicar el sentido común y preguntarle al güelu, como hace Lolo en sus viñetas. Y que tengan hierba para comer, que el conejo y el ruin donde nacen quieren morir… Había que hacer algo.

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