Disuasión y servicio, labores policiales

La presencia de policías se echa en falta en las calles de León. Parece que permanecen refugiados en los cuarteles o dentro de los coches porque apenas se les ve caminando por la ciudad. Y es un problema que comparten los dos cuerpos, tanto la policía local como la nacional. Y su presencia por las calles es siempre mucho más importante de lo que parece que piensan sus responsables cuando organizan sus funciones.

La policía tiene un efecto disuasorio muy notable para luchar contra todo tipo de gamberrismo, de exceso o incluso en materias que son delitos. Los agentes tienen además una función importante en materia de servicio y de colaboración con la ciudadanía que se pierde si únicamente circulan en vehículos.

Pero a veces da la sensación de que se imponen los fines recaudatorios y la vida policial en el caso de los agentes locales gira en torno a aspectos que sí incrementan las arcas municipales como el uso de los polémicos radares.

Desde el Ayuntamiento se anunció ayer un incremento en la vigilancia contra los excesos al volante con más rádares y más fotorrojos. Es verdad que la acumulación de atropellos mortales es muy grave pero tampoco puede servir de disculpa para incrementar la presión sobre los conductores. El que la hace y especialmente quienes circulan a velocidades inapropiadas o no respetan los pasos de peatones tienen que pagarlo pero tampoco se debe criminalizar a todos los conductores y aprovechar para impulsar nuevas medidas detrás de las que se asoma una posible intención recaudatoria. La presencia policial por los barrios no debe descartarse como medida importante.

La implantación del límite de 40 kilómetros por hora en la ciudad puede tener aspectos positivos pero no eliminará el riesgo que suponen los que incumplen las normas porque por bajar la velocidad no se puede prever un mayor cumplimiento.