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León

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Se suele decir en las redacciones de los medios de comunicación que las noticias vienen por oleadas. Cuando toca un asunto parece que no hay manera de pararlo. Y en la ciudad de León estos días la cuestión de los atropellos ya se ha convertido en algo fuera de la normal. Ayer mismo volvió a producirse otro y se suma a los tres de las últimas semanas en los que hubo víctimas mortales.

El problema es grave y me temo que las razones son complicadas y van más allá de la mera casualidad. Hay quien opta por atribuirlo a que la gente está muy nerviosa, hay quien ve detrás el creciente hábito de aprovechar los trayectos en coche para hacer las llamadas por el móvil pendientes —con manoslibres o sin él—, hay quien culpa a la pésima visibilidad de muchos pasos de peatones...

Como en tantos temas lo mejor sería escuchar a los expertos y analizar si existe un problema local o va más allá. Por ello no se entiende muy bien que la reacción desde el Ayuntamiento de León pase por anunciar una reducción de la velocidad de 50 a 40 kilómetros por hora. La medida tiene mucho de criminalizar a todos los conductores cuando como en tantos temas son mayoría los que cumplen y una minoría los que buscan atajos que generan situaciones de riesgo que pueden acabar en tragedia.

La velocidad en las ciudades ya se rebajó no hace tantos años de 60 a 50 kilómetros por hora. Y eso no impidió que haya vehículos que sigan circulando a velocidades que generan situaciones de riesgo y más en una ciudad como la de León donde a las aceras estrechas se unen las calzadas no siempre rectas con el consiguiente peligro si no hay coches aparcados que sirvan de parapeto. Esas velocidades son las que hay que evitar y perseguir y también la falta de respeto a los peatones en los pasos donde tienen preferencia pero no tiene sentido un castigo para todos que no paliará el problema real y sólo servirá para entorpecer aún más el tráfico en la ciudad. La mayoría de conductores no circula por placer y hay determinadas horas en las que es un verdadero castigo. Atascarlo más no va a evitar los excesos de unos pocos.

Los atropellos recientes no pueden sorprender por sus ubicaciones. Avenidas como la de Eras, José Aguado, Álvaro López Núñez o Independencia son puntos negros en este problema. Y mientras el rádar permanece colocado frente a Mercaleón...