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CAMPO VIDAL
León

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La semana política empezó con lanzamiento de misiles por parte de Alberto Núñez Feijóo. En Madrid soltó: «Algunas comunidades que quieren ser nación, si lo fueran, ya estarían intervenidas». De hecho, el viernes, Artur Mas vino a confirmar esa idea con una confusa frase que se interpretó como que «Cataluña pedirá ayuda al Estado para pagar sus facturas», lo que, junto a la situación de Grecia, disparó la prima de riesgo e hizo caer la Bolsa en Canadá. Sí, en Canadá. El eficiente bombero Durán Lleida, tras reunirse con Mariano Rajoy, vino a apagar el incendio que Mas había provocado en conversación con periodistas extranjeros en Madrid. Todo está muy inflamable y hay que vigilar donde se fuma.

Hace bien en denunciar Núñez Feijóo que algunas comunidades que agradecen en privado al Gobierno que se llegara a un acuerdo tan importante en el Consejo de Política Fiscal después lo critican en público e incluso presentan recursos. Es la hipocresía de una política que habrá que erradicar, o seguiremos viviendo en una realidad virtual que no se corresponde con lo que de verdad sucede. Presupuestos de Comunidades que iban viento en popa pero que años después se demuestra que vivían en la quiebra, como Valencia, o que tenían también facturas escondidas, como Madrid o Castilla y León, además de las que ya sabíamos, Andalucía y Castilla-La Mancha. Entidades como Bankia que en Febrero aseguraban haber ganado treinta millones cuando perdieron más de dos mil el año pasado. Un verdadero escándalo porque entidades que, sin piedad, han ejecutado hipotecas que conducían al desahucio de tantas familias necesitadas, ahora necesitan inyecciones de dinero de todos.

La cuenta de Bankia va por 23.000 millones largos de euros. Su consejo de administración dimitió en bloque, seguramente por vergüenza, pero hay también responsables políticos implicados, de forma destacada y por vía Bancaja, Francisco Camps. Ya escribimos en su día que Dios lo bendijo con el nimio asunto de los trajes porque aquello tapó lo demás, mucho más grave. Camps fue a Bancaja lo que Zaplana a la Caja de Ahoros del Mediterráneo (CAM) y entre los dos, contribuyeron a liquidar las entidades de crédito valencianas.

Entretanto, Esperanza Aguirre irrumpió en la antesala de la final de la Copa el Rey pidiendo que se suspendiera el partido para jugarse a puerta cerrada si se pitaba al príncipe y al himno de España. Cosechó un rechazo generalizado por alimentar la tensión que después terminó en una pitada ya prevista y a jugar a fútbol, en cuanto el Príncipe, que encajó la situación, se sentó con toda naturalidad . El periódico que alimentó la tensión durante toda la semana presentaba ayer a Aguirre poco menos que como una heroína y titulaba así: «La presidenta salvó al príncipe y le quitó presión al concitar ella todas la iras». Sin comentario.

Y una gran noticia del viernes: Rajoy y Rubalcaba se hablan. Que tenga eso que ser eso novedad ya escama cuando el país está tan necesitado de acuerdos y de que se compartan esfuerzos y políticas.

Menos mal que algunos grandes empresarios, con César Alierta de Telefónica como portavoz, han proclamado su confianza en la recuperación de la economía española. En medio de la marea de pesimismo que políticos, economistas y algunos medios generan, hasta hace poco sólo se había escuchado la voz de Giuseppe Tringali, consejero delegado de Tele 5 , expresando su convencimiento en las grandes posibilidades de este país. De agradecer, pero que tenga que ser un italiano el que insufle ánimos, es para reflexionar. Sin duda, con menos hipocresía y más optimismo saldríamos mejor de esta grave situación.

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