Diario de León

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Amedida que pasan los días se abre paso una evidencia en relación con el tamaño del agujero de Bankia y el de otras cajas que ahora también se apuntan al rescate, nos habían engañado. En esta historia la primera víctima ha sido la verdad. Nunca nos han contado lo que había en los balances. Lo hemos tenido que inferir a partir de las cantidades siderales que se barajan para hacer frente a sus desfases contables. Ahora sabemos que toda aquella parafernalia de los «estrés test» era un trampantojo, una cortina de humo; un engaño para pescar incautos o ganar tiempo. Visto lo que vamos sabiendo hay que dudar de todo. Empezando por la inspección del Banco de España (¡menudo papelón el del gobernador Fernández Ordóñez!), siguiendo por el equipo económico de Zapatero (Elena Salgado, Campa, etc) y desembocando en el actual responsable de Economía, Luis de Guindos que, en relación con Bankia, ha pasado en menos de tres semanas de decir que era «absolutamente solvente» a anunciar una inyección de dinero que roza los 20.000 millones de euros.

Las cifras del rescate han variado de tal manera y con tanta velocidad —a los 4.500 millones iniciales aportados por el FROB se añaden ahora otros 19.300—, que ya no sabe uno a qué atenerse. Sobre todo cuando si se repasan las declaraciones de los responsables de la entidad (Rodrigo Rato en ocasión de la salida a Bolsa dijo que Bankia era solvente o la mencionada imprudencia de De Guindos avalando la solvencia del banco). Y con ellos, todos los demás. Desde el presidente Rajoy, al líder del PSOE Pérez Rubalcaba. Todos han repetido hasta la saciedad que el sistema bancario era tan solvente como fiable. A la vista está que no era cierto. En este caso —dramático para los accionistas, angustioso para quienes tienen sus ahorros en Bankia y demás cajas con agujeros—, la primera víctima ha sido la verdad. Visto lo visto, no nos podemos fiar de nada de lo que nos digan hasta que por un lado el Parlamento y por otro la Fiscalía, abran una investigación para averiguar qué es lo que ha pasado y a dónde ha ido a parar el dinero cuya ausencia debe ahora cubrir el Estado. Acerca del estado de Bankia, lo único cierto es que nunca nos han contado la verdad.

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