Error de cálculo

Purito Rodríguez ha perdido el Giro por 16 segundos y el grupo Bankia la vergüenza por ocultar, primero, y declarar ahora la catástrofe financiera más estruendosa de la historia de la banca española. El ciclista Purito se va de la divina península lleno de dignidad, pero los causantes del descalabro de Bankia siguen aquí, aunque quisiéramos mandarlos muy lejos, o bien a la cárcel que les pillara más cerca. Su error de cálculo se ha convertido en un error incalculable.

El consejo del Banco Financiero y Ahorros, que es una de las madres que parió a la funesta entidad, ha admitido un resultado negativo superior a los 3.500 millones de euros durante el año pasado. El mismo año había declarado pérdidas de solo 30 millones de euros. ¿Quiénes hacían las cuentas? A los accionistas no les basta con que presenten la dimisión. Lo que desean es ver a todos los responsables de cuerpo presente. La irresponsabilidad tiene escalas diversas. Van desde el pío Divar, que se niega a explicar sus viajes y sus festejos gastronómicos en Puerto Banús, hasta Urdangarin y su socio, para el que el fiscal pedirá cuatro millones de fianza. Aunque la paguen su balance seguirá siendo favorable.

Los daños causados a la administración pública, si los ha originado una persona instalada en la cumbre de la sociedad y no padece de vértigo, primero se soslayan y si trascienden se amparan. Los golfos de levita siempre disponen de muchos edecanes y palafreneros. El rigor de la Justicia está reservado a las clases populares.

No es que nos consuele mucho el reconocimiento de los fallos que nos han conducido a esta situación, pero siempre es mejor oír disculpas que amenazas. El decaído señor Miguel Fernández Ordóñez ha dicho que se tenía que haber «liado a tortas y palos con las cajas de ahorros».

Por no haberlo hecho a tiempo ahora el torteado y apaleado va a ser él. España tendrá que excusarse antes de que vengan los socorristas.