EL AULLIDO
Trabajar en lo oscuro
Los mineros leoneses han retomado obligados su épica neorrealista de marcha y manifestación, lo cual les convierte de nuevo en personajes de parábola —todos somos David— que están tirando piedras contra Goliat.
En efecto la épica en nuestros tiempos no es un acceso de heroísmo sino rabia acumulada. Y no resulta tan extraño que eso sea así a tenor de las recientes informaciones que han hecho público el estadístico dato que España tiene más políticos que Alemania, y que en León hay porcentualmente más políticos por habitante que médicos por habitante —el que sabe sabe y el que no a procurar en las Cortes, me dijo esta semana en el Barrio Húmedo el filósofo de La Bicha—… Y resulta que precisamente los políticos acaban de concluir que en este país y esta provincia no sobran mandatarios, sino trabajadores de las minas. ¡Chúpate ese pomelo!
La realidad por aquí es insólita, pero bueno, según me cuentan en este bar del Húmedo, al menos León tiene el vergonzante consuelo de haber salido hace poco en la revista El Jueves , concretamente en la sección de humor negro «El/la gilipollas de la semana»… Uff, lo dice este ingenioso camarero: no es difícil darse cuenta de que los políticos y los mineros tienen en común eso; que se ganan la vida trabajando en lo oscuro.
La épica a la que nuestros mineros se ven abocados, como la nuestra, nace de la certidumbre de que esta crisis económica deviene de la corrupción, la incompetencia y la impunidad de nuestros mandatarios político-económicos (hay quien lo llama mala praxis), pero la sufrimos y pagamos todos. Y, por eso, es la minera una épica emparentada con el espíritu del libro Indignaos , de Hessel, y su secuela Comprometeos …
Sí, los mineros están comprometidos con el trabajo que ahora les van a quitar de las manos, y por eso se muestran indignados como todo el que sólo le queda un ladrido que llevarse a la boca, por decirlo con Mestre. Y esta épica minera me ha traído a la mente aquel otro ensayo, ya clásico, de Raoul Vaneigem titulado Tratado del saber vivir para uso de las jóvenes generaciones , un libro popular en tiempos del manifestativo mayo del 68, también inscrito en la tradición de la crítica global al viejo mundo.
Aquel libro, tan vigente en estos tiempos mineros nuestros, describía en su primera parte titulada «La perspectiva del poder» la vida política con sus arbitrariedades y condicionamientos, y la segunda parte titulada «inversión de la perspectiva» proponía una actitud de combate contra la incompetencia y corrupción política para no morir de hambre, ni de indignidad, ni de aburrimiento.
Los mineros se han domiciliado en la épica como en un Síndrome de Estocolmo porque no quieren salir del pozo y entrar en otro más negro… Nosotros tampoco… ¡Olé sus cojones!