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editorial

Los argumentos, los hechos, la sociedad y la razón acorralan al ministro de Industria

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El ministro de Industria y Energía, José Manuel Soria, tiene que escuchar el clamor unánime a favor de la minería del carbón. Con su empecinamiento se ha quedado acorralado porque ni los argumentos, ni los hechos, ni la razón, ni la propia sociedad le acompañan. De la reunión de esta tarde en el Ministerio no puede salir otra cosa que no sea un acuerdo favorable para la minería del carbón. Soria debe abrir cuanto antes un diálogo real, un diálogo que sirva para buscar soluciones porque desde todos los sectores de la sociedad, incluso desde su propio partido, así se le demanda.

Cuando todas las voces se han unido, cuando los argumentos a favor del carbón no han encontrado ninguna respuesta, cuando toda la sociedad reclama una solución, el ministro está obligado a replantearse su postura porque algo falla en democracia si alguien cree tener la razón frente a todos.

Todas las voces, incluidas las de su propio partido tanto a nivel provincial como autonómico, le demandan una solución para el carbón. La opinión es unánime y generalizada en las comarcas mineras, e incluso fuera de ellas, y todavía no se ha alzado ni una sola voz contraria a los argumentos que defienden que el sector tiene que continuar activo.

En el plano social la supervivencia de la minería supone también un futuro para las comarcas y para toda la provincia de León. Pero incluso desde un punto de vista puramente economicista y para quien lo quiera mirar desde el liberalismo más exacerbado las ayudas al carbón están plenamente justificadas. Y es que ese dinero no se pierde sino que revierte en la propia sociedad e incluso en las arcas del Estado en forma de impuestos.

Las ayudas que necesita el carbón no son más que una nimiedad dentro de los Presupuestos del Estado y tienen el valor fundamental de que salvarían a toda una provincia y también a miles de familias leonesas. El carbón supone el 15% del PIB provincial y de él dependen miles de empleos que a su vez generan más riqueza inducida. Incluso el Estado recupera multiplicado el dinero que destina al carbón en forma de impuestos y de cotizaciones, y a la vez se ahorrará el pago de muchas prestaciones por desempleo si finalmente decide salvar la minería y a toda la provincia.

Y es que la situación tampoco permite realizar comparaciones sin detectar la grave injusticia con la provincia de León. Las ayudas con fondos del Estado llegan en unas cuantías mucho más elevadas a otros sectores como el de la automoción y nunca nadie las cuestiona porque benefician a grandes capitales de provincia. Por ello no es razonable que se intente aplicar una rebaja del 63% en la minería cuando no es un lastre, sino una espoleta que mueve a toda una provincia.

La reunión de esta tarde en el Ministerio de Industria no puede ser estéril. El ministro Soria tiene que escuchar los argumentos, analizar los hechos y ver el clamor social para ofrecer una solución razonable para el carbón.

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