CUARTO CRECIENTE
PerioDigno
Hoy el cuerpo me pide hablar de nosotros. De ti y de mí, que siempre hemos escrito en el mismo periódico y somos dos privilegiados porque tenemos un salario digno a final de mes. De ti y de mí, y de él, que va con la cámara de televisión al hombro, y de ella, que lleva un micrófono. De todos. Escribamos en papel o en un soporte digital.
Hoy me pide el cuerpo —y el corazón, perdona si te parece ñoño— hablar sobre todo de los que ya no escriben, ya no graban, ya no cuentan nada, ya no hacen fotos, porque ya no tienen un periódico, ni un canal de televisión, ni una emisora de radio que les respalde, porque han perdido su trabajo.
No me quiero olvidar de los que tienen empleo, pero cobran con retraso. O reciben un sueldo precario, le dedican horas a este oficio, y ven cómo se resienten sus relaciones personales, sus vínculos familiares, sin lograr que se reconozca su trabajo.
Tú y yo nos metimos en esto por vocación. Porque entendemos el periodismo como un compromiso con los lectores, o con los oyentes, o con los telespectadores. Sabemos que el derecho a la información no es nuestro, es suyo; de los que nos leen, de los que nos oyen, de los que nos ven por televisión.
Estudiamos una carrera universitaria y bregamos a diario con el intrusismo profesional. Con la baja consideración social, en algunos casos. Con el desdén de determinados políticos, que nos miran con suspicacia porque les gustaría controlar cada coma que escribimos junto a sus palabras. Esa es su idea de la democracia.
Sabes que suscribo lo que ha dicho más de un compañero frente al edificio de Botines, detrás de una pancarta —¡periodistas, por primera vez, detrás de una pancarta!— que reclamaba un oficio digno. «Sin periodistas, no hay periodismo. Y sin periodismo, no hay democracia».
Estamos en todas las huelgas. Hablamos de todas las protestas. Recogemos todas las quejas. Y nunca hablamos de nosotros. Hoy, por desgracia, la noticia también somos nosotros, los periodistas. Los seis mil periodistas que han perdido su empleo en toda España. Ya va siendo hora, compañero, de que lo contemos.