LA 5.ª ESQUINA
León regresa a la prehistoria
Amenudo traigo a la mesilla de noche aquel famoso cuento de Augusto Monterroso que va camino de convertirse en el mejor epitafio para la especie humana. Un breve relato pero de gran elocuencia filosófica, que no pierde actualidad en el curso de nuestra lenta evolución. Es posible que pase a la historia de la literatura como el relato más pequeño jamás contado —ya que se compone de una sola frase: «Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí»—, pero nada parece asustar al famoso saurio prehistórico, que ni la presión de los bancos lo desaloja de la habitación. Más bien todo lo contrario.
Curioseando por los foros de Internet, encontré diversos comentarios sobre esta diminuta obra, algunos disparatados como el que dice: «no entiendo lo que significa este cuento, pero yo pienso que es como el nintendo que es algo antiguo y que todavía hay personas que lo tienen». Otro dice: «oooohhhh k obra tan corta no entndi naaaaaaa je je no estaría mal añadirle otro renglón» (sic). Para otro, el contenido esta bien, aunque «solo el autor sabe lo que dice» e incluso hay quien piensa que el escritor hondureño «esta algo medio chiflado». En ese abismo de incongruencias un chaval de 17 años, abulense, concluye con solvencia que el significado es bien fácil, pues «los problemas siguen ahí donde se quedaron la noche anterior y por más que intentemos olvidarlos, son parte de nuestra realidad, de nuestra vida. El dinosaurio es el problema y el personaje dormido intenta que cuando despierte a la mañana siguiente desaparezca, pero no es así...». Que se lo digan al ministro Soria.
Un titular de este periódico anunciaba hace unos días: «León regresa a la prehistoria». No es de extrañar si continúan los recortes. Luego, aclara que es una exposición sobre la vida de los dinosaurios y neandertales, con el fin de «apasionar a los visitantes sobre la Gran Historia del Hombre». No creo que sea correcto considerar nuestra historia con el adjetivo grande, salvo por el número de atrocidades y barbaries que hemos sido capaces de cometer.
La metáfora del famoso cuento de Monterroso desnuda al ser humano frente al estigma de su evolución, en particular la tecnológica, económica y cultural. Tras varios millones de años erguidos, seguimos embaucados en los mismos problemas que en la prehistoria: guerra, violencia, epidemias, miseria, odio, fanatismo, etc. Y cuando nos despertamos, tras el sopor de la utopía, uno se encuentra con el impasible dinosaurio a los pies de la cama. Y nada hace imaginar su partida, salvo que volvamos a vivir como los neandertales, salvajes y libres. O que no despertemos… Había que hacer algo.