Metáfora del desafuero

Las imágenes del piquete hostigando al alcalde Ponferrada, profusamente difundidas dentro y fuera de España, es la metáfora exacta del desafuero que padecen desde hace semanas las tierras de León, desde El Bierzo hasta La Robla. De nada han servido las llamadas a la sensatez y la cordura. Las voces de la moderación y del diálogo han sucumbido en el fragor de una batalla que ya tiene un derrotado seguro: la causa de los mineros. La violencia y el vandalismo han sobrepasado el punto de no retorno, a partir del cual pierden legitimidad toda reivindicación social.

Para que prospere cualquier movilización laboral se requieren dos condiciones: una razón justa, y la de los mineros lo es; y la comprensión del ciudadano. Por muchos motivos, de sobra conocidos, los mineros siempre han gozado de la simpatía y el aprecio sociales.

Las huelgas, los encierros o las marchas que han protagonizado en los últimos treinta años han concitado la solidaridad de una gran mayoría y nadie osaba levantar una voz crítica. Sin embargo, algo grave está ocurriendo ahora para que haya desaparecido esa complicidad. Cada día son más los medios de comunicación y los comentaristas, a derecha e izquierda, que ponen en cuestión la causa minera. El desapego es notorio y en ciudades como Madrid cunde el rechazo a un sector que ha perdido las formas.

No hay colectivo cuyo prestigio aguante un telediario tras otro con imágenes de barricadas, ataques guerrilleros a la Policía, matonismo tabernario y caos en las carreteras. Europa no transita por este rancio «Novecento» de pasamontañas y sudadera, ni transige con tales desmesuras. A quienes nos hemos negado tozudamente a darle la razón al ministro Soria, los energúmenos nos han arruinado los argumentos. ¿Cómo va a dar marcha atrás ahora el Gobierno?: sería tanto como darle la razón a los «borrokos», demostrar su debilidad y avalar el mensaje de que la violencia es eficaz ¿Es que no hay ningún sindicalista sensato que no haya previsto las consecuencias nefastas de los ataques a las Fuerzas de Seguridad? Al ministro Soria le han regalado la excusa perfecta para no apearse de su posición. El camino y ejemplo que los sindicalistas debían haber tomado son los del alcalde de Ponferrada, Carlos López Riesco, que no son otros que la negociación, el diálogo y la movilización pacífica. Pero el miércoles un piquete de matones lo acorralaron como a un villano. ¿Con quién cree usted que se identificó toda España, con el alcalde o con los energúmenos? En la respuesta está implícita la suerte de la causa minera.