Vertidos incontrolados, vigilancia y conciencia
La Guardia Civil acaba de detener a tres personas como supuestos autores de delito contra el medio ambiente por el vertido ilegal de 3.000 toneladas de residuos en una finca de Onzonilla. De la operación llama la atención la magnitud del vertido, pero también la edad de los acusados —33 a 35 años—, integrantes de una generación teóricamente más comprometida con la preservación del medio. Un cuarto arrestado lo es por estafa y falsedad documental al justificar que los residuos eran entregados en una planta de reciclaje.
Pero desgraciadamente no es un caso aislado: en lo que va de año es la tercera operación policial de esta magnitud por delitos contra los recursos naturales y el medio ambiente, con doce detenidos y 7.000 toneladas de residuos vertidas ilegalmente.
La legislación obliga al traslado de desechos a una instalación de tratamiento autorizada para su eliminación. En los últimos años se ha avanzado de manera notable en esos dos aspectos: el de la disposición normativa y el de la disponibilidad de los recursos técnicos para evitar el deterioro del medio. También en el de la vigilancia, que sólo es parte de la solución del problema.
La otra, la más importante, debe estar en la esencia misma del ser humano, de manera que difícilmente podrán evitarse este tipo de situaciones mientras no se entienda —todos entendamos— que el respeto al medio es también el respeto a las personas y que tenemos una obligación moral respecto al legado para futuras generaciones.