Mera ocurrencia

Todo es relativo, nos decimos ante la dificultad para comprender el presente que nos patea. Pero ¿realmente todo lo es? Sí, pero no. Einstein cuando tuvo su ocurrencia se estaba refiriendo sólo a la física cuántica y a la miss Universo de aquel año. Lo que son relativas son las palabras, su intención. De chaval me encantaban los juegos de no es lo mismo… «el precio del jamón que esta jamona no tiene precio». Y, en efecto, no es lo mismo, porque no se ha dicho lo mismo, ni, sobre todo, con idéntica intención. No vivimos en un mundo sin verdades, lo que ocurre es que están agazapadas bajo los matorrales del lenguaje. ¿Morano es un valiente y sus dos compañeros leoneses son unos cobardes? ¿Las reivindicaciones justifican disparar un proyectil contra un helicóptero de la Guardia Civil? ¿Se puede condenar a la desaparición a un sector del que dependen localidades enteras? ¿El comportamiento de todos los empresarios mineros ha sido igualmente respetable? La respuesta verdadera a cada una de las preguntas no es relativa, aunque no ha de ser necesariamente simple. Pitágoras tardó en concluir que dos y dos son cuatro. ¿Siempre o sólo a veces? No, los siete días de la semana, incluida la festividad de Santa Bárbara.

No, qué va a ser todo relativo, es complejo, sea la minería o cualquier otro conflicto. La verdad nunca la vemos tan clara como el agua, pero la culpa no es de la verdad sino de todo aquello que arrojamos en ella, y que nos impide ver el fondo. Hay que volver a jerarquizar calidades, a discernir con criterio, a colocar al sistema educativo entre los grandes pilares de nuestra sociedad. A mí no me cuesta admitir que el ministro De Guindos sabe más de lo suyo que yo, como también lo sabía Solbes; es de mi propio bolsillo del que sé más que ellos dos juntos.

Peor aún que el relativismo, su reverso: esto es así porque lo digo yo, que inventé la ciencia infusa . Personalmente, puedo tararear el Himno de Riego pero hasta ayer no sabía que este tuviese una prima, y sigo sin saber por qué está en boca de todos. La verdad no es relativa, somos nosotros quienes lo somos. Y algunos mucho más que otros. «Luz, más luz!», clamó Goethe antes de expirar. ¿Para ver más? No, para ver mejor.