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Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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Los jueces y los fiscales se quejan, si no con toda la razón, con parte de ella, de que les hayan reducido los escoltas. No están acostumbrados a la soledad, pero sí a tener una sombra binaria y echan de menos que su cuerpo solo proyecte una. Hasta hace poco, casi nada, los cargos protegidos, algunos hereditarios, eran en España seiscientos y pico y ahora, por esto de la crisis, se van a quedar en 333, que no son pocos y que quizá sean más de los presuntos asesinos que aspiran a quitárselos de en medio, cuando casi ninguno de ellos les estorba.

Es cierto que ETA aún existe y dispone no solo de armas y explosivos, sino de fanáticos que creen que el mundo se puede mejorar aniquilando a las personas que piensan de otra manera. Pero estamos en época de restricciones y a todos nos están quitando cosas, desde los fármacos de uso común a las bombillas de suficiente voltaje para vernos las caras. ¿Por qué iban a ser una excepción los jueces y fiscales? ¿No será que no pueden aguantar la soledad o bien que para andar solos no le bastan sus pensamientos?

Afortunadamente, los más asiduos partidarios del tiro en la nuca llevan algún tiempo sin ejercer su vocación. Los éxitos de la policía española, incluidos los que se deben a la policía francesa, y quizá el convencimiento de que el asesinato solo rectifica la conducta de la persona asesinada, ha disminuido los días de luto nacional y de banderas a media asta. Gracias a Dios o a los dioses, en España se mata menos comparativamente y hay días en que solo muere alguien de hambre, obedeciendo las órdenes de Bruselas

La supresión de las escoltas afecta a mucha gente que presidía algo y que no recuerda con fijeza qué cosa era. Quizá se sientan solos después del acuerdo de eliminar un gran número de escoltas, pero su soledad no es semejante a la que van a experimentar sus guardaespaldas. Tendrán que ir al paro y en el paro ya no cabe nadie más.