LA VELETA
Tancredismo
Los responsables europeos son locuaces y rápidos a la hora de decir a todos lo que se debe hacer. Son jueces implacables de los actos ajenos pero ¿y ellos?. Ellos están ensimismados consigo mismos. No surge ni un ápice de autocrítica y hete aquí que se da por bueno el inoperante, el exasperante tancredismo europeo en cuyas instituciones políticas y financieras trabajan miles de personas, al parecer todos ellos expertos en la crisis que nos ocupa, nos preocupa y nos trae a todos de cabeza.
Es obvio que cuando se dio el visto bueno a la UE y a la moneda única nadie se paró a imaginar una situación como la actual y, en consecuencia, a nadie se le ocurrió dotar a la propia UE de los mecanismos necesarios para actuar con rapidez y eficacia. En Europa primero se anuncian reuniones y cumbres «decisivas», en ellas se toman decisiones o se llegan a acuerdos «trascendentes» y a partir de se vuelve a empezar con otra reunión «decisiva» de la que puede salir un nuevo acuerdo que, por supuesto, es «trascendente».
Así llevamos meses. Hace un mes, cuando se acordó la dotación de 100.000 millones para sanear el sistema financiero español y ahora resulta que el tal acuerdo se «acordará» el 20 de julio porque la «troika» no ha presentado los informes pertinente. Pero no acaba aquí el «tancredismo» porque el supervisor que debe velar por el buen uso de ese dinero y que es el evitaría que el dinero solicitado fuera a parar a la deuda del Estado español no estará operativo hasta mediados del año próximo cuando se dijo que estaría funcionando a finales de este año.
Claro que hay margen tanto para poner orden como para ahorrar y el Gobierno está abocado a tomar medidas que van a costarle más de un disgusto. Pero o lo hace o se va. Lo que en ningún caso puede ocurrir en España es la reproducción del «tancredismo» europeo. No puede ser que se anuncie la supresión de empresas públicas, la mayoría inoperantes e ineficaces y que a día de hoy, en el conjunto de España sigan estando vivas casi 4.000, la mayor parte de ellas de las comunidades autónomas.
Dada la situación, el factor tiempo se ha convertido en un factor decisivo. No se trata de tomar decisiones a tontas y a locas pero ante la situación de emergencia en la que nos encontramos es obvio que no podemos seguir mucho tiempo pagando lo que pagamos para poder financiarnos; no tenemos tiempo para soportar los acechos de los mercados que el señor Draghi contempla impasible. No tenemos tiempo.
El miércoles, al parecer, el presidente del Gobierno anunciará nuevas medidas. En el Congreso de Diputados nada de lo que plantee va a ser fácil pero no debe serlo no para los ciudadanos que ya viven situaciones límite sino para la administración y sus responsables, muy celosos ellos, de sus competencias y ventanillas. Estamos en tiempo de emergencia y aquí no se trata de «salvar» al Gobierno. Se trata de salvarnos a nosotros mismos.