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JOSÉ A. BALBOA DE PAZ
León

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Leon Lederman, premio Nobel de Física en 1988, es autor de una amena historia de su disciplina, que tituló La partícula divina , nombre con el que alude al bosón de Higgs, que los científicos buscan afanosamente desde hace medio siglo para poder explicar el campo de Higos, conocer la estructura de la materia y el origen del universo. El nombre de la tal partícula debería haber sido, ironiza el autor que le dio ese nombre, el de la Partícula Maldita Sea, pero ni el editor del libro se lo hubiera permitido, «aunque quizá fuese un título más apropiado» por su carácter esquivo. Por otra parte, Partícula Divina, añade, tiene una cierta conexión, «aunque traída por los pelos» con otro libro mucho más viejo (el Génesis). Para encontrar el bosón de Higgs se crearon los aceleradores de partículas, como el LHC (gran colisionador de hadrones) del CERN. La semana pasada se anunciaba por fin su descubrimiento, confirmando el llamado modelo estándar, lo que abrirá una nueva etapa en la historia de la física.

En la economía española de nuestros días hemos encontrado o sufrido nuestra endiablada partícula, que no es otra que la Prima de Riesgo, verdadera Prima Maldita, a la que no sabemos cómo manejar, hagamos lo que hagamos. En este caso el acelerador de partículas no ha sido otro que la crisis que vivimos desde hace unos años, que ha desintegrado nuestro mundo financiero: cajas de ahorro, bancos, deuda del Estado, economía familiar. Esa prima de riesgo explica fehacientemente el campo de Higg, perdón, el mundo de las finanzas que dominan todo el universo económico, en el que friccionan las partículas, algunos bancos, países como España o Italia, produciendo el efecto de una masa que se precipita en el vacío, empujada aún más por los gastos disparatados de un Estado imposible..

Nuestro modelo estándar es éste. El capitalismo es cíclico, con épocas de crecimiento y depresión. Cuando llega una de éstas desciende la producción, cierran las empresas, sube el paro. La solución es devaluar la moneda (por el mercado o decisión del Banco Central), lo que provoca un empobrecimiento general. Con una moneda devaluada los productos se hacen más competitivos y así, con más venta y producción, comienza un nuevo ciclo. Eso era antes, ahora con el euro no hay devaluación posible, los que mandan en el BCE no desean una moneda devaluada. Los mercados financieros como no pueden atacar directamente al euro, machacan a los países con más necesidad de financiación, como España. Con esta moneda no podemos competir, nuestros productos son caros, caen las ventas y la producción. Pero los que tienen euros no sufren la crisis, sólo la padecen los parados, los que ven reducidos sus sueldos y pensiones, los que padecen los recortes sociales. Un mundo cada vez más injusto. ¡Tanta física para esto!