EL RINCÓN
La hora de los intérpretes
Los trece puntos que subirá el Impuesto sobre el Valor Añadido en algunos productos nos van a traer mala suerte a todos, incluso a quienes ya la tenían. Castigarán no solo a los negocios lícitos, que quedan algunos, sino a los ocios que aún nos podemos permitir sin necesidad de pedir permiso. Crecen por igual las protestas contra elabuso dde poder y el poder de los que abusan.
Las calles se llenan, a pesar del calor que hace, de protestas y adhesiones acaloradas. Hay quienes silban y quienes aplauden, pero nunca sabremos si hay gente que aplaude a los que silban y otra que silba a los que muestran su aprobación haciendo palmas hasta con las orejas. De ahí la necesidad de los intérpretes. Tiene que haber personas que expliquen a otras en el lenguaje que entienden no solo lo que han dicho, sino lo que querían decir.
En esa búsqueda se afana la desvergonzada, pero sincera, diputada del PP por Castellón Andrea Fabra. Esta señora se expresó con muy escasa reserva cuando dijo eso de «que se jodan» cuando el presidente Rajoy anunciaba los recortes en el subsidio de desempleo. La escalofriante falta de piedad no se prestaba a equivocos. Mostraba hasta tal punto sus convicciones que más que un retrato era una definición. La metedura de pata o de lengua está exigiendo nuevas mentiras dialécticas a sus compañeros de partido, ya que no todos piensan que «joderse» debe ser el indefectible destino de los pobres.
La indignación ha subido de grados por las impropias palabras de la diputada, que dichas en ese ámbito más que de una buena oradora parecieron dignas de una mala pécora. Sus avergonzados colegas de partido dicen que las palabras de doña Andrea fueron «mal interpretadas» y que ella tiene el máximo respeto por los cinco millones de parados. Que discutan los intérpretes. Los demás lo tenemos clarísimo: hace falta tener muy poca vergüenza para decir una cosa así y casi ninguna para buscarle disculpas a quien la ha dicho.