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Publicado por
Miguel A. Varela
León

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Resulta que un tal Arthur Betz Laffer, economista de profesión, dedicó una tarde de 1980 a reflexionar sobre la evolución de la recaudación fiscal en relación con el aumento de los tipos impositivos. Una actitud habitual de los economistas norteamericanos para cavilaciones en las tardes calurosas de verano. Mientras bebía una Budweiser y hacía cálculos mentales, Arthur dibujaba en una servilleta la gráfica resultante de combinar una mayor presión del fisco con los resultados recaudatorios.

En buena lógica, la gráfica debía dibujar una línea ascendente, pero en la servilleta aparecía la línea quebrada de una montaña que ascendía hasta cierto punto para luego caer bruscamente. El avispado Laffer descubrió que una vez alcanzado un determinado umbral de presión fiscal, la línea de recaudación del Estado en lugar de aumentar, decrecía.

«De donde no hay, no se puede sacar», hubiera resumido mi abuela, llegando a una conclusión parecida sin necesidad de recurrir al pintarrajeado de una servilleta. Pero no se puede comparar la lógica atávica de mi abuela con la teoría desarrollada por un economista norteamericano mientras bebe una cerveza helada. La prueba es que la revista Time señaló que la curva de Laffer era uno de los grandes avances impulsores de la economía del siglo XX y, en un alarde de fetichismo, la servilleta en cuestión descansa en una vitrina de una respetable institución en Washington.

La teoría de Laffer fue tomada como bandera por la derecha liberal, empezando por el presidente Reagan. Se ignora si Zapatero conocía esta receta, pero hace seis años defendía con la fe del converso que bajar impuestos era de izquierdas. Una teoría que el PP siempre ha esgrimido, no se sabe si también por repentino convencimiento izquierdista.

Pero la teoría del señor Laffer parece traérsela al pairo a nuestro secuestrado gobierno. Así, el tipo de IVA que grava las entradas a las representaciones de artes escénicas subirá unos desproporcionados trece puntos, del reducido 8 al general 21 por ciento. Un 262% de una tacada que obstaculizará el acceso a la cultura a millones de ciudadanos y generará un marco de desigualdad con el entorno europeo, incluso respecto a países en condiciones económicas similares a las nuestras. Justo en el momento en el que teatros y productoras depositaban sus esperanzas de supervivencia en la taquilla, la subida tendrá invariablemente efectos negativos sobre el consumo. Y, haciendo caso a Mister Laffer, el Estado conseguirá el doble milagro de cargarse un sector y recaudar menos.

Estuve la otra tarde dibujando el resultado de todo esto en una servilleta. Luego me limpié los mocos con ella y la tiré a una papelera. No conviene dejar pruebas ni siquiera de las derrotas.