El mejor mirador de las nuevas obras

Las evolución de las grandes obras urbanas y la construcción de infraestructuras siempre ha sido un motivo de atracción, entretenimiento y conversación —a veces encarnizado debate— para los jubilados, sobre cuya afición se suelen hacer ingeniosos y generalmente bienintencionados comentarios.

No tienen muchas opciones en los tiempos que corren, porque la obra pública —y la privada— está prácticamente congelada, pero la de la integración urbana de Feve les ha abierto algunas buenas posibilidades. Una de ellas excelente, porque el cierre al tráfico de Álvaro López Núñez ha permitido convertir el puente de los Maristas en un inmejorable observatorio de lo que se hace a un lado y a otro de la calle. Sólo será hasta que lo derriben para iniciar las obras del que ocupará el mismo emplazamiento y que permitirá abrir uno doble para el tren tram e incluso un pequeño paseo peatonal.

Castigados por el sol de la tarde, muchos de ellos suelen reunirse en las inmediaciones a última hora, sobre todo cuando los obreros, en torno a las siete, abandonan el tajo y, entonces sí, mueven las vallas y su cuelan por la acera hasta el magnífico mirador. Es un placer de este mundo.