LEÓN EN VERSO
Rescate
Con el estado de las autonomías más cerca que nunca de petar, que no se olviden de incluir en el epitafio una addenda sobre los treinta años del experimento. A ver cómo se indemniza el agravio de no dejarle a uno ser lo que quería ser, la frustración de tres décadas, los impuestos al inglés, la despoblación, el desaliento, la oportunidad perdida en los años de eclosión que llenó de lisonjas otras tierras mientras aquí se untaron de miseria las paredes. Que añadan entre el camión de duros ese que van a pedir a la Unión Europea un capítulo especial para los desheredados de León, las cien mil almas jóvenes que han tenido que marchar de su casa desde 1980 a buscar lo que aquí se negó. Las persianas bajadas; la trapas caídas; los negocios hundidos; los empleos que quemaron; los pueblos olvidados; los parques desiertos, las escuelas sin niños. Que valoren y compensen la tragedia social que ha arrastrado esta provincia desde que se incluyó por decreto y capricho socialista en un reparto territorial balcanizado o propio de la Rusia bolchevique, condenada a vivir en reconversión permanente sin tregua de norte a sur y de oeste a este, sin excepción para todos los sectores y estamentos posibles; salvo el de los políticos y las residencias de la tercera edad; de ahí viene ese campo temático de geriátricos que nos da fama internacional, como la densidad de población a Holanda, o el Perito Moreno a la Argentina.
Que tasen e indemnicen. No se olvide el Gobierno. Pero que espere a septiembre a enviar a los técnicos del INE, no se contamine la evaluación final de los daños con ese tiempo apacible para los panaderos, el del estío fabuloso leonés, cuando el bullicio estacional de la provincia acude presto a mediodía al reclamo del claxon de la Berlingo que trae la hogaza y el montejo de leña.
Viene con el calor un momento excepcional para aquel León de ensueño, que no pudo ser, León con gente, que se perdió por mezquindades e infamia de los políticos. A partir de hoy habrá latido hasta en los bordes de la sombra. Un espejismo entre los once meses restantes, silentes, expuestos al olvido, que caracterizan los últimos treinta años de este lugar que, pese a todo, respira... Demasiado tiempo, demasiadas víctimas, que no va a poder compensar el rescate a un error histórico que se llama autonomía y que además de daño ha costado dinero. Mucho dinero.