EL RINCÓN
La larga cola para el rescate
Se aglomeran las provincias. Casi todas quieren ser las agraciadas con el reparto valleinclanesco del cadáver de Tirano Banderas. Tras Valencia y Murcia, es Cataluña la que acude al Fondo de Ayuda, que no es insondable.
La deuda catalana no solo aprieta, sino que ahoga, y están asfixiando para pagar la deuda más alta de España. Sin duda es una demostración de que todos, incluso los que no quieren serlo, pertenecen a este país.
Su consejero de Economía ha proclamado a los cuatro vientos, además de la tramontana, que no dispone de otro banco que el Gobierno español. No hay más cera de la que arde, pero estamos todos a dos velas y a nadie se le ocurre una idea luminosa, salvo la de pedir el rescate.
El Ejecutivo de Artur Mas ha recurrido al depauperado Gobierno. No iban a pedirle auxilio a las numerosas embajadas que han sembrado por el ancho mundo, que sigue siéndoles ajeno. También busca apoyos en el exterior Rajoy, mientras el exgobernador del Banco de España le echa toda la culpa al PP de la crisis de confianza. Lo cierto es que la Generalitat necesita 7.182 millones de euros antes de que acabe el año si es que no quiere declararse en suspensión de pagos. Los señores De Guindos y Schäuble, que deben aburrirse mucho cada uno por cuenta del otro, coinciden en la urgencia de aplicar la unión bancaria. ¡Menudo lío! No solo cada país, sino cada región querrá la suya. Antes había dos Españas, para desgracia de todos, pero ahora las han sustituido otras dos: la de los que se llevan mal y la de los que se llevan el dinero fuera.
Las autonomías se ponen a la cola para que las rescaten, no se sabe si por riguroso turno o por orden alfabético, pero curiosamente en Andalucía, que es una de las tres más pobres, se descarta esa petición «por el momento».
Mucha gente, de aquí y de fuera, está sumergida en el Mediterráneo, que está acostumbrado a todo desde que Ulises era un niño que hacía castillo de arena en la playa.