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Publicado por
Afrodisio Ferrero. Abogado y periodista
León

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Una vez más, con la llegada del calor, he tenido la fortuna de volver a la maragatería y su capital Astorga. Una visita cultural y gastronómica, en la que he vuelto a tropezar con pueblos de raigambre, símbolos de la maragatería que perdura en el tiempo y en la memoria a través de sus nativos, resistentes al olvido, con su tierra siempre presente: Val de San Lorenzo, Valdespino, Laguna de Somoza, Villar de Golfer, Villalibre de Somoza y además Castrillo de los Polvazares, Turienzo de los caballeros, Santiago Millas, Murias de Rechivaldo; un conjunto de pueblos y villas que sin olvidar el pasado apuestan por un futuro globalizado.

En este sentido, tienen alguna semejanza con los pueblos del Páramo, por su recia fidelidad a la tierra, mirando con ojos y esfuerzo de futuro. Para el viajero, Maragatería, sus comarcas y subcomarcas son algo más que el cocido y la boda maragata, son tradición de buen comercio, de trabajo serio y de hombres y mujeres que vuelven con el verano a descansar a su tierra para renovar energías, para invertir recuperando sus casas, para disfrutar del aire puro y la cazuela sabrosa. Nos llegamos hasta las laderas del Teleno, en Tabuyo del Monte, donde degustamos sus setas y frambuesas.

Son lugares familiares y entrañables que guardan un rico patrimonio monumental y artístico. Allí encontramos una pequeña comarca donde se juntan las aguas del Turienzo y El Tuerto, las de aquel para acrecer a las de este y componer el valle del Tuerto que cuenta con los municipios de Astorga, San Justo de la Vega y Valderrey con su «mínima comarca» de la Sequeda , de la que el gran Leopoldo Panero, en sus últimos días cantaba: «mañana y hoy y mañana,/ sobre Castrillo y Nistal, /descansa el peso del mundo/en la alada suavidad /del paisaje…».

A lo largo del viaje hemos compartido mesa y conversación con un amigo, maragato, como no podía ser de otra forma, que nos indico que Astorga no es únicamente la capital de la Maragatería sino también de la Sequeda y La Cepeda. Que nos añade que algunos autores sitúan la capital de la Maragatería en Turienzo de los Caballeros, Val de San Lorenzo, Castrillo de los Polvazares o incluso Valdes-pino, depende de los distintos investigadores. Pero el punto de vista ecléctico de considerar a Astorga como capital de tres comarcas, en estos tiempos de austeridad, nos parece un acierto. Para un observador atento del paisaje, no se puede pasar por alto, pese a la singularidad de la Maragatería, la realidad es que cuenta que con una comunión de caracteres físicos y estructurales con otras comarcas de León que saltan desde el campo del paisaje al espíritu y al modo de ser de nuestros paisanos.

Después de este recorrido en el que hemos transitado carreteras y caminos de aire puro y de un cielo preferentemente azul, nos hemos acercado a Astorga, para hacer un recorrido breve por sus calles y monumentos, limpias ellas, bien cuidados estos: Catedral y Museo Catedralicio, Palacio Episcopal con su Museo de los Caminos, Palacio Municipal, en cuya plaza hemos degustado sus dulces deliciosos, mientras nos tomábamos un buen café y los maragatos del reloj, salían de su letargo secular para recordarnos el paso del tiempo, así que nos hemos ido por la ruta romana a ver unos mosaicos y a continuación nos dimos un paseo por el emblemático jardín para ver a lo lejos durmiente el Teleno: «Mientras medio planeta se ensombrece/ en las laderas del Teleno, Astorga relumbra sobre un cerro amoratado/ dentro de sus murallas: mi memoria». Es el recuerdo de Leopoldo Panero.

Comentamos un aspecto, menos tratado que es la consideración de Astorga como ciudad literaria, donde se fraguó la Escuela de Astorga. Sin duda, Astorga es una ciudad ilustrada merced a la influencia de su seminario. Es cuna de esta corriente literaria según define Gerardo Diego, corriente de la que saltan figuras como Panero, Gullón y Alonso Luengo a los que hay que añadir Martín Descalzo, Lorenzo López Sancho, Augusto Quintana, Juan Carlos Villacorta, Vicente Presa, Magín Revillo y es una corriente viva aun.

Según palabras del entrañable Antonio Pereira, las tres grandes figuras de la literatura: Panero, Gullón y Alonso Luengo, como los tres tenores, que han elevado al máximo la proyección maragata en lo literario, por su relación con «este marco de ciudad para el alma» que es Astorga, según Martín Descalzo: «Un escenario para situar las escenas posibles e imposibles, los sueños».

Podemos decir que la maragatería es un potencial turístico que pertenece al «León histórico de las Comarcas», por el que se abre una vía al desarrollo en el futuro, en el que se puede descansar y disfrutar de los placeres de la mesa sin olvidar la cultura, en un entorno encantado que recuerda otros siglos,