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LA 5.ª ESQUINA

En agosto, 4 bodas y un funeral

Publicado por
JESÚS Á. COUREL
León

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Agosto es mes de playa y bodas, aunque la recesión nos empuje a oficiar cuatro y un funeral, que hay crisis hasta para enterrarse. Como las cosas sigan así, los gobiernos terminarán por recortarnos hasta los afectos y más de uno se lo pensará antes de casarse o de morir, que todos son gastos para los parientes. Dicen los sociólogos que el matrimonio es una experiencia positiva, que el amor replica a la angustia y a la muerte, aunque para el colectivo de abogados la pareja es institución económica que afecta a los derechos de propiedad de los contrayentes. Por eso, hace un siglo era frecuente que los padres concertaran las bodas de sus hijos (incluso sin que ellos lo supieran), aunque no era habitual obligarlos a casarse contra su voluntad. El matrimonio es un logro social, que en materia prosaica supone consolidar las relaciones sexuales, la manutención y la procreación, sean naturales o artificiales.

En las últimas décadas, las bodas tuvieron mucho de escenografía cinematográfica, al estilo del Hollywood de Louis B. Mayer. Cosas del bienestar, dicen. Con la crisis, volverá el Neorrealismo donde el banquete se transforma en austero almuerzo con la familia y cuatro amigos. En las bodas donde los invitados sean numerosos se eliminará el menú con langostinos y triunfará de nuevo el conejo estofado, el vino de pueblo sin química alguna y el roscón hecho por la abuela, si es que recuerda la receta. Se correrá de nuevo el bollo (un bollo de pan con forma humana que corrían los mozos y del que se entregaba la cabeza al vencedor en las carreras) y a comer al campo bajo la sombra de los chopos y con la melodía nostálgica de un acordeonista ciego, como el que despedía a la bella Gradisca en Amarcord. No habrá lugar para la tornaboda, como se hacía en algunas ocasiones cuando había posibles y los regalos serán modestos. Si antes los parientes y amigos ofrecían a los novios prendas de vestir u objetos para la casa, sin descuidar la despensa, ahora las listas de bodas pasarán a los bazares chinos.

En los viajes de novios bajarán enteros Cancún o Bali, imponiéndose A Coruña o Santander, en fin de semana y temporada baja. Pero donde no deben existir recortes es en la noche de bodas. Y si no a quedar soltero, que ahora provoca menos rechazo que antaño, pues pueblos como los kefir negaban a los solteros el derecho a opinar e incluso se les hacía burla en sus funerales. Y es que ya griegos y romanos consideraban el matrimonio como un deber público, además de constituir una necesidad moral, porque cuando hay dificultades, las penas compartidas siempre fueron menos pesadas… Había que hacer algo.