FUERA DE JUEGO
Sin ningún pudor
Alas provincias de interior también le toca pagar de vez en cuando eso que se ha venido en llamar «pena de telediario». Se asoman al panorama informativo nacional cuando son capaces de generar algo como mínimo turbulento. Y este verano a León le ha tocado pagar la pena mediática por el terrorismo. Quizás tenga una cierta ironía que una de estas provincias sometidas a un histórico retraso en muchos aspectos consiga ahora su cuota de protagonismo por el terrorismo, uno de los problemas más graves de España durante décadas pero que ahora, por suerte, está en franca decadencia.
A mediados de julio nos enteremos de que el grapo leonés José Antonio Ramón Teijelo —al que se creía lejos de toda actividad— tenía asuntos pendientes por el secuestro de Publio Cordón, aquel al que muchos quisieron hacer prófugo con un maletín cargado de dinero. Y si lo que aventura la investigación se confirma, este grapo —junto a otros compañeros— habrían dejado morir al empresario mirando para otro lado mientras mentían sin ningún pudor a su familia para conseguir un jugoso rescate.
Ahora nos llega otra «pena de telediario» por un etarra. Hace tiempo que el único lugar de toda la provincia capaz de atraer nueva población está situado en las afueras de Mansilla de las Mulas. Y entre sus inquilinos teníamos hasta hace unos días a un personaje clave en el secuestro de Ortega Lara. Aseguran que cuando sabía que el funcionario de prisiones estaba condenado a una muerte segura por falta de alimento y bebida en aquel agujero en Mondragón siguió mintiendo sin pudor y asegurando que no sabía donde estaba. Ahora el etarra ha sido llevado al País Vasco por su cáncer terminal.
Abdelbaset Ali Al Megrahi murió en mayo en Libia. Fue aquel que hizo volar literalmente a 270 personas que viajaban en un avión sobre Lockerbie. Inglaterra lo liberó por enfermedad en el 2009 y hay que ver cómo remontó al verse en casa aunque finalmente la enfermedad se lo llevó por delante.
Uribechevarría vuelve al País Vasco con una enfermedad real. El sistema penitenciario es mucho más justo que sus propios clientes. Sabe de razones humanitarias. Es limpio y no miente. Pero se enfrenta a otro mundo que es muy distinto y que no sabe de principios. Pero la clave de todo esto para hacer frente a los mentirosos es si se les cree o no. Los agentes que liberaron a Ortega Lara y aclararon lo de Cordón dejaron claro que eran más listos que los verdugos.