Diario de León
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Felipe Fernández de Mata. madrid
León

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Nuestra crisis olímpica

Hace años cuando estudiaba en la universidad en la época de Franco, mi deporte preferido era el atletismo. Y dialogaba con amigos sobre la escasísima o nula cosecha de medallas que España conseguía en olimpiadas o campeonatos internacionales, con la salvedad, claro está, de los Juegos Iberoamericanos.

Algunos entre mis amigos, de ideas progresistas, razonaban conmigo que para que España consiguiera medallas en atletismo era necesario que llegase la democracia, ya que los triunfos deportivos solían ir asociados a las libertades políticas. La discusión seguía invariablemente citando por una parte los casos de Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania, Italia, Francia etc., aunque por otra parte se ponían sobre la mesa también los ejemplos de la Unión Soviética o de la Republica Democrática alemana, donde las libertades brillaban por su ausencia y pese a ello invariablemente acaparaban una gran cantidad de medallas. Los años fueron pasando para nuestro país, con apenas algunos grandes campeones como Quadra Salcedo, Tomas Barris, Antonio Amorós, más tarde Consegal o Pipe Areta, que como mucho llegaban a ser finalistas en los Juegos.

Llegó la muerte de Franco y los cambios profundos en la sociedad española, y pareció ser cierta la argumentación de mis amigos. El atletismo español empezó a asomar la cabeza con las pruebas de fondo y medio fondo y casi sin transición nos plantamos en los Juegos de Barcelona, donde alcanzamos días de gloria en muchos deportes más. Aquella racha triunfal ha mantenido su continuidad muchos años y al hilo de todos esos éxitos, yo vuelvo a pensar en lo que ha sucedido, y me permito compartir una reflexión: La democracia y la libertad van asociadas a un mayor nivel de bienestar de la población, a un mayor nivel cultural y a que capas cada vez mayores de jóvenes dispongan de campos y pistas de entrenamiento o de entrenadores cercanos, lo que origina un semillero de campeones y no tarda en dar frutos. Es decir, a mayor inversión en deporte, mayor es la recompensa y el reconocimiento internacional, lo que está claro en el caso español en nuestra historia reciente. Pero el mismo principio se aplica a países como la antigua RDA, Cuba, Rusia o la Republica Popular China.

Si la inversión disminuye, los premios bajan. Y nuestro país lo puede comprobar dolorosamente ahora en Londres. La crisis parece haber afectado en mayor medida a nuestros deportistas que a los americanos, franceses o italianos. Dense una vuelta por el medallero para comprobarlo. ¿Volveremos a nuestra penuria predemocrática en recompensas olímpicas? No reduzcamos la inversión en deporte, porque mas allá de los galardones está la formación de nuestros niños y jóvenes, que debería tener prioridad sobre cualquier consideración económica.

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