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Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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Los jornaleros, más o menos altivos, no son aforados. Cuando desafían al Gobierno se la juegan, ya que saben quién gana prestigio en las revueltas y quiénes sacan provecho de los revoltosos. Los que vivimos en Andalucía, en la «Andalucía del llanto», que dijo Lorca, quizá seguimos siendo fáciles de embaucar, pero no de confundir. El asalto a los supermercados deja las cosas como estaban, pero más visibles. También deja «un olor de herramienta y de manos», pero las herramientas están oxidadas y las manos puestas una sobre la otra. Espartaco no era diputado.

Hay que estar siempre del lado del que sufre, ya que el padecimiento tiene razón, aunque los sufrientes lleguen a perderla y adopten conductas poco razonables. Un vecino de Cuevas de San Marcos ha sido uno de los primeros detenidos. Ninguno de los que le seguirán vive en zonas residenciales y el señor Valderas se ha abstenido de criticar a Sánchez Gordillo, que evitará el arresto por su condición de aforado. Van a pagar pecadores por pecadores mientras el presidente de la Junta se desmarca, con una hábil finta, del debate sobre pobreza y riqueza, cuya escandalosa distribución sigue siendo el tema fundamental.

No hay que estar orgullosos del asalto a la Bastilla alimienticia ni hay por qué llamar «sheriff del Oeste» al ministro del Interior, pero es un tiempo propicio para dispararle al pianista, que toca una partitura que no ha compuesto y que le suena mal incuso a él. Esta amarga tesitura remitirá cuando agosto se vaya, pero será para coger carrerilla. Dijo Cervantes que en la canícula ardiente está la cólera a punto. Además, España está a punto de caramelo, con la ayuda a los ERE fraudulentos y los peajes sanitarios a los sin papeles . Hay que vivir para ver.

La vida española puede ser de muchas maneras, pero jamás es aburrida.

En el otoño, cuando caigan las hojas y las musas engorden, habrá más arrestados. Y más guardias. Y menos trabajadores.

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