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Publicado por
ERNESTO ESCAPA
León

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Este fin de semana conmemora Santa Olaja de Eslonza el mil cien aniversario de su devastado monasterio, cuyos muñones persisten al otro lado del río Moro, en un escenario natural propicio para los paseos campestres. Algunos inmediatos, otros de más resuello. De la misma entrada del monasterio salen el camino de las Praderas, que recorre el vallejo de este arroyo; el camino de Villimer, que traía en sus estíos al andarín Gumersindo de Azcárate; y la senda de Villamoros, el santuario de los pastores. Luego, al otro lado del portillo de Mellanzos, aguarda Gradefes, y en la deriva por el páramo hacia el Esla, se suceden Escalada, Lancia y Sandoval.

Las portadas de Eslonza las llevaron a la ciudad en la posguerra para enjoyar la iglesia de Renueva, pero el expolio iba cebándose con el cenobio desde un siglo antes. Incluso en aquel traslado siguieron las pérdidas. Los santos de la fachada, cinco esculturas barrocas de José Rozas, se los repartieron un hostelero de Mansilla, que usaba la pétrea corpulencia de Santa Natalia para que la clientela sujetara a ella sus mulas durante la comida; un ilustre perillán de la Comisión de Monumentos, que se llevó dos a su casa de la calle San Pelayo; un descuido en el apeo, que acabó con San Adriano hecho trizas por los suelos; y la parroquia de Villanueva del Condado, que aupó a San Pedro a lo más alto y azotado de su torre de ladrillo.

De esta manera, despojo a despojo, se fue esfumando el desvalijado monasterio donde enseñó el Padre Feijoo. También hospedó una noche del verano de 1795 al ilustrado Jovellanos, que escuchó cantar una copla maliciosa y la transcribió en sus Diarios: Santa Olaja y Villarmún, / Mellanzos y Palazuelos, / hacen los hijos a medias / con los frailes de San Pedro. Aunque no rima tan bien como la de Trianos, ha sido objeto de reproche y repudio por cuantos tonsurados escribieron después sobre esta abandonada abadía benedictina.

Hace unos años se barajó Sandoval para ampliar el Archivo Histórico, mientras en Sahagún sigue encallado el derribo del cuartel vacío desde hace más de una década. Cito este par de ejemplos, porque resulta sangrante el abandono de los grandes monasterios de la provincia.

Después del arreglo de Carracedo, a finales de los ochenta, la única noticia alentadora ha sido el rescate del convento de San Agustín de Mansilla para Museo Etnográfico Provincial. Una decisión inteligente que potencia la histórica villa del Esla y dignifica la desmejorada antesala de la capital.

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