LA SEMANA
Cómo estropear la imagen de España
España parece haberse empeñado últimamente en suministrar imágenes desafortunadas a Europa que contribuyen a deteriorar el concepto serio y moderno que se tenía de nuestro país en el exterior. Alguna prensa de Francia, Alemania y el Reino Unido se ha ensañado con la situación española, en parte para pasar factura de algunos excesos anteriores en los que se presumió de bonanza económica con poco tacto. Recuérdese aquella exhibición inoportuna del Presidente Zapatero en la que comparaba el PIB español con el francés y el italiano sacando pecho antes de tiempo. Enlaza aquel episodio con la percepción de un Rajoy «fier» (orgulloso), según la prensa francesa, porque entienden que se niega a pedir un rescate que necesitamos. Y eso después de declarar que Europa ha dado una ayuda a los bancos que España no había pedido. Como si fueran ellos los que se empeñaran en ayudar. Así al menos se entendió. Esta semana se nos tuvo que decir desde Europa que inyectar 19.000 millones en Bankia mientras se especulaba con la acción, no parecía decoroso. Suma y sigue.
Sin precedentes en todo ese proceso de despropósitos la visita de los líderes sindicales Méndez y Toxo a la mismísima señora Merkel para quejarse, entre otras cosas, de que Rajoy no dialogaba con ellos. ¿Se imaginan a dos sindicalistas franceses recibidos en La Zarzuela para quejarse de Hollande?
En los últimos días ha sido el diputado comunista andaluz Sánchez Gordillo el que ha suministrado la imagen de un asalto a un par de supermercados cosechando un rechazo generalizado, especialmente del PP y del PSOE, sobre todo porque no refleja la realidad del país en este momento. Las familias como admirable red de ayuda, la economía sumergida y los comedores sociales, con Cáritas en cabeza, amortiguan una tensión económica que muchos hogares —cada día más— no podrían superar por su cuenta. El desafío de Sánchez Gordillo, un personaje que va por libre hasta el punto de que no votó a Griñán como presidente del Gobierno andaluz en el que participa su coalición, Izquierda Unida, habrá servido, sin embargo, para advertir que no puede retirarse la paga de cuatrocientos euros a los parados sin prestación. Había una discrepancia seria entre los ministros sobre la continuidad de esta medida de auxilio.
La coordinación del Gobierno español es ahora mismo la antítesis de un equipo olímpico de natación sincronizada. Una parte de las decisiones que toma son rectificadas, precisadas o reconsideradas a los pocos días. Y, con frecuencia, más de una vez. La subida del IVA que se anunció para entrar en vigor de forma inmediata y se publicó enseguida en el BOE, hizo que en algunos comercios se haya aplicado por confusión desde hace unas semanas. SanIdad corrige cada dos días la decisión sobre el cobro a inmigrantes de servicios básicos con centenares de médicos declarados objetores porque se les parte el alma de no poder atender a gente necesitada sin papeles.
Pero, con todo, lo más pernicioso para el Gobierno, desde el punto de vista electoral, es la desconfianza creciente en las clases medias que se sienten la diana de casi todas las medidas que se adoptan. Y de algunos desaguisados bancarios, como el timo de las preferentes, sin que se exijan responsabilidades por ello. Al Gobierno de Rajoy se le percibe desorientado y descoordinado. El argumento de la dificil herencia recibida se agota porque era absurdo pensar que solo dilapidó dinero el PSOE: las autonomías de Valencia, Baleares y Murcia y el Ayuntamiento de Madrid lo desmienten. La incógnita preocupante es quien recogerá los votos que el PP pierde por su gestión. No serán los socialistas, según las encuestas. Y eso preocupa mas porque significa que algún tipo de populismo acecha.